Es donde venden absolutamente, amontonados como iguales, todo tipo de ellos, como si en la declaración de sus derechos el primer artículo dijera: “todos somos iguales”. Pero tiene sentido. Exhiben —la mayoría— el título en el lomo, y protegen pudorosamente sus páginas en el lado oculto de la estantería, eso los menos afortunados. Los bestsellers e interesados, los más “producto” de entre ellos o las nuevas ediciones, se venden en las mesas y escaparates, mostrándose por entero, incluso desgajados en capítulos primero y en folleto, en subliminal: cómprame, al más puro estilo ‘cómeme’ de la Alicia del País de las Maravillas. Así, como prostituyéndose. Sin embargo, aún clasificados por editoriales, temas, autores y tiempos, siempre viene alguien preguntando por uno en concreto, evitando el desprecio de portadas y la ignorancia de lomos, esperando sencillamente que el dependiente vaya a buscar el ejemplar de entre ellos —les guste o no, como iguales, yaciendo juntos, en comunidad hippie— y se lo lleve al mostrador. Otros, los más extrovertidos, buscan la empatía del vendedor –horrible palabra, casi equivalente a verdugo—y quieren, en esa empatía, interesadamente, de primera mano, información privilegiada: recomendaciones, comentarios, la lista es interminable.
Y los apasionados, piensan que se encuentra ahí, igual que lo piensan los apostadores, los cazatesoros, los investigadores médicos, en cualquier momento puede aparecer, y, por tanto, no hay que dejar de buscar. Pero uno podría preguntarse, querido lector, ¿qué estoy buscando? o mejor aún ¿qué debería buscar? ¿Qué prometen aquellos antes de empezar y que ni siquiera se molestan luego en darte? y desesperado, o tal vez pseudosatisfecho, añoras la siguiente conexión, el siguiente mundo paralelo.
En el país de las palaras, donde últimamente se les observa haciendo grandes esfuerzos por sobrevivir a dos números, llevan siglos cosechando algo para nosotros, las personas, los humanos. Un arma poderosa, terrible. Y habla, sí, sobre nosotros, nuestros mecanismos interiores, nos comprende y nos revela sin desvelar del todo el misterio, nos da pistas, describe el mundo y cómo funcionan las cosas, tiene esa pasión contagiosa y auténtica de la risa de los niños. Te obliga a mirar grandes detalles insignificantes, te infecta con ideas, buceas en preguntas que atraviesan todo el tejido real. Te invade con esa presencia al principio ajena pero poco a poco acogida como familiar. De repente adoras a quien está detrás de la gran conspiración, el que te arrastra por cada frase para su relectura. Y es que ese estilo te vuelve loco, sabe esculpir la realidad, apartar esa ironía omnipresente y te toma en serio. Da igual a dónde lleve, es la conducción, están preocupados por ti, estás solo. Es ingeniosa y profunda, trata los grandes temas y sabe hacerte más humano, subir de nivel, ser más consciente de quién eres y lo que significa.
Y después de un evento que parece situarse en la línea temporal, sabes que no, sabes que ha ido más hondo, forma parte de tu ADN, por fin encuentras de dónde vienes, has topado con la Historia Perfecta.
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