“…pues no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento
de los hombres las fingidas y disparatadas historias de caballerías, que por
las de mi verdadero don Quijote van ya tropezando, y han de caer del todo, sin
duda alguna. – Vale.”
–Fin.–Percy terminó de leer y se quedó mirando al reducido
auditorio.
–¡Qué gran historia! –dijo Claire con los ojos acuosos,
inclinada hacia delante abrazada a sí misma.
–¿De verdad te lo parece?
–dijo George levantando una fina ceja, recostado en el sofá.
–Yo creo que Claire tiene razón, es una historia perfecta –dijo
Polidori.
–¿En qué te basas? –preguntó
Percy levantándose para rellenar su vaso.
–Toda buena historia tiene acción, un poco de amor y algo de
moraleja –el tono de Polidori fue agudo al final de la frase, como si la
inseguridad le oprimiera la garganta.
George se levantó, acercándose con su excéntrico caminar al
gran ventanal que daba al lago Le Man, iluminado en ese momento por los rayos,
confundiendo el agua que caía con la que reposaba. Sin girarse dijo:
–Así que, según tu criterio, una historia perfecta es la
típica de chico conoce chica y pasa algo de acción.
–No seas injusto, George –Claire miraba ceñuda la espalda de
Byron con una mano sobre su gran vientre–. John no ha simplificado tanto.
–Mary, estás muy callada. ¿Qué te ha parecido la historia,
querida? ¿Estás de acuerdo con tu hermana y el buen doctor de que es una
historia perfecta? ¿O piensas como nuestro querido Lord que no…
–No te equivoques Percy, yo no he dicho que no sea una
historia perfecta. Solo quiero saber la opinión de Poor Polidori y de la
hermosa Claire para afirmarlo tan rotundamente –dijo George–. Me resulta muy
interesante que esta historia, en la que el héroe muere y a pesar de toda la
acción no consigue sus deseos, sea una historia perfecta para los incorregibles
románticos de Claire y John.
–Yo creo que… – Polidori carraspeó al estirarse un poco,
mientras pasaba la mano arriba y abajo de su muslo, sobre el gastado paño marrón
de sus pantalones– Es una gran historia porque el héroe a pesar de todas las
dificultades, a pesar de perder a su amor, sigue fiel a sus ideales. La lección
sería esa, ser consecuente con la verdad de uno mismo.
–Ensalza valores morales que están en desuso como la
nobleza, caballerosidad, honor –dijo Claire.
–No es cierto –la voz de Mary sonó alta en el salón–, al
final se arrepiente, el héroe reconoce haber sufrido de locura y condena las
historias de caballerías.
Todos se quedaron mirándola con admiración. Un trueno retumbó
contra los cristales. Hacía rato que la
hora de acostarse había pasado.
–Mi querida señora Shelley –Percy le ofreció el brazo caballerosamente a
su dama–, ¿Está lista para retirarse?
–Sí señor Shelley –dijo Mary al levantarse graciosamente y
sujetar el codo que se le ofrecía–, siempre que me prometa usted que mañana leerá
una historia de fantasmas.
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