miércoles, 28 de octubre de 2015

Mi Historia Perfecta: En blanco

Me levanto de la silla y maldigo con la mirada esa demoníaca barra que parpadea burlona en la pantalla en blanco. Y maldigo la pantalla en blanco. Y el ordenador. Y cada una de sus teclas.

“Ha de ser perfecto”, me dijeron. ¡Maldita sea la perfección!

¿No somos acaso un cúmulo de errores genéticos que nos han llevado a configurar nuestra especie tal y como es hoy en día? ¿Cómo yo, que soy pura imperfección y casualidad, puedo escribir algo perfecto? ¿Cabe la perfección en un mundo en el que la gente sigue muriéndose de sed y hambre?

Me vuelvo a sentar frente a la pantalla.

Las ideas rebotan en mi cabeza y no me dejan pensar con claridad. De repente recuerdo las inquietantes y bellas Rimas y Leyendas de Bécquer. ¿Cómo lo hizo? Pactaría con el demonio sin duda. Algo de tal belleza ha de provenir de lo divino o de su antítesis.

La barra sigue burlándose de mí. Sencilla, esbelta, vertical. Ahí sigue; hurgando. Deseo que cobre vida para poder asesinarla y parpadear como ella mientras río. Pienso en llamar a un psicólogo; me convenzo  de que mis pensamientos son normales.

Miro a través de la ventana y me veo reflejado en el cristal. Confirmado, en mí no hay menor rastro de perfección. Ni en esta basta y mecánica ciudad. Belleza, quizá; perfección, evidentemente no.

Me viene a la mente  la espectacular crítica política que construyó Orwell en su obra por excelencia, 1984. Desde luego sería muy interesante, por los tiempos que corren, hacer algo así, aunque no veo a Rajoy como un Gran Hermano excesivamente convincente. Idea descartada.

El tiempo se me echa encima y aquí sigo, en blanco, como la pantalla. Debo tener la sinapsis neuronal atrofiada, porque mi mente sigue en una especie de barbecho forzoso.

Me obligo a cerrar los ojos esperando alguna clase de aparición que me ofrezca una historia perfecta. Los abro. La pantalla se ha apagado. ¿Cuánto hace que no pulso una tecla?

Me siento como si estuviera en una versión mala de Esperando a Godot. ¿Llegará algún día esa historia? Seguro que es más sencillo el suicidio. Con la sangre me mareo, lo mejor será ahorcarme.

¿Tan difícil es imaginar una puesta en escena tan basta como la de Canción de Hielo y Fuego, o unos personajes tan absorbentes como los de Millenium? ¿Cómo se consigue la originalidad de Un mundo feliz o la magia que desprenden las descripciones de Carlos Ruiz Zafón?

Recuerdo que alguien me dijo que para conseguir un buen argumento sólo hacen falta tres cosas: religión, sexo y sangre. Pobre infeliz, seguro que piensa que Crepúsculo es un buen ejemplo de ello.  ¿Qué hago pensado en Crepúsculo? La idea del psicólogo empieza a cobrar fuerza.

Decido ir a dormir. Apago el ordenador, la luz y me acuesto.

Morfeo viene a abrazarme. Siento su dulce aliento. Deseo construir la historia perfecta. Fundido a negro. Títulos de crédito. Aquí está.

Cuatro horas después sigo escribiendo.


 El demonio me escuchó.

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