jueves, 23 de abril de 2015

El viaje

(Basado en el Relato de Tola)

Era la primera vez que viajaba en avión. Me invitaron a la boda de una gran amiga de la infancia en la ciudad suiza de Zúrich. Los lazos de amistad con Elena, mi amiga, eran de tal manera fuertes que la consideraba una hermana, es por lo que acepté la invitación. Me compraría ropa para la ocasión, así que me acerqué a varias tiendas de la Calle de Colón. También necesitaba un sombrero. De pronto, en la tienda, me acudieron un cúmulo de recuerdos de la infancia, precisamente de cuando conocí a Elena.
Aquella mañana me vistieron de manera especial y, por primera vez mi madre, después de peinarme, cuando estaba ya vestida con el abrigo de terciopelo negro , calcetines largos hasta la rodilla y zapatos negros de charol, me colocó aquel sombrero gris claro, con un gran lazo que caía sobre mi pelo hasta la espalda. Recuerdo su beso, e intuí una despedida, que más tarde comprendí que lo era. Mi padre conducía el Mercedes en silencio. Varias veces acudieron a sus ojos lágrimas y las disimulaba con el propósito de ocultar su emoción de algo que ni por asomo podía yo entender de lo que se trataba. No me contestó a ninguna de mis preguntas. Su conversación era un monólogo. Me hablaba de mi futuro como si quisiera que yo consiguiera ser una mujer importante y que era lo único que pretendía, solo por mi bien. Lo curioso era que mi madre no venía con nosotros. Siempre lo hacía cuando íbamos de viaje. Yo tenía 6 años, pero era lo suficientemente despierta para predecir que aquel viaje tenía que ver conmigo y con mi futuro.
Entré en el gran patio de aquel edificio cubierta casi completamente su fachada de hiedra. En las ventanas había muchas flores de todos los colores y unas monjitas estaban en el patio hablando con unas personas con un niño con ellos. Comprendí que era un colegio, que mis padres habían decidido internarme.  Al principio me dolió tener que abandonar a mis amigos y a mi casa, con los juguetes de mi habitación, pero la sorpresa por mirarlo todo, de ver a otras niñas vestidas exactamente como yo, y con el mismo sombrero, me abstrajeron.
En el aeropuerto, a mi llegada al destino, me estaban esperando  Elena y su prometido. Nos abrazamos mi amiga y yo y nos pusimos a llorar. Dijo Elena: “Recuerdas, prometimos ser amigas hasta el final de nuestros días y lo seremos” .  Lo seremos, le contesté..

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario