La preciosa y pequeña Estación
del Norte despide otro tren más. En el interior viajo yo en busca de mis cascos
para poder evadirme de un mundo que no siempre juega en mi favor. A mi lado, se
sienta una chica de unos años mayor que yo que se dispone a sacar de su bolso
un pequeño libro de bolsillo del cual no recuerdo el título. Se la ve
entusiasmada y alguna sonrisilla tonta se le escapa al abrirlo. No muy lejos de
nosotros, un hombre abre el periódico del día de hoy y lo
observa a través de unas gafas que hacen equilibrios en la punta de su
nariz.
Cuando ya controlo la situación
que me rodea me pongo a pensar... Y observo cómo cada uno de los que estamos
allí montados en ese tren busca entretenerse de manera distinta. Pero donde más
me paro a reflexionar es en la chica de mi lado y el hombre del periódico. Los
dos leen, los dos están haciendo lo mismo en el mismo lugar y al mismo tiempo
incluso. Sin embargo, hacen lo mismo pero de un modo tan distinto que
sorprende.
El pequeño librillo de ella reposa con
suavidad en sus manos y cada vez que pasa una página lo acaricia, lo mima, se
palpa en el ambiente que disfruta lo que lee. Sonríe, se acaricia el pelo y se
puede ver cómo sus ojos devoran cada palabra de ese libro. Por otro lado,
tenemos al hombre del periódico que lo agarra con firmeza, frunce el ceño
mientras lo lee y cada vez que pasa una página se chupa el dedo corazón y pasa
la hoja con agresividad de manera que todo el vagón se entera de su cambio de
página. Estas actitudes tan opuestas ante la misma acción da que pensar en dos
tipos de literatura muy distintos. El hombre realmente lee el periódico para
informarse un poco de los que sucede en el mundo actual, lee noticias,
reportajes,… lo típico que se narra en un periódico. Y no parece disfrutar lo
que lee, el principal objetivo de su lectura es saber qué pasa y no, no parece
muy feliz.
A la vista está que existen
muchos tipos de literatura y la verdad, es que yo soy de los que se abraza al
libro tanto como la chica de mi lado. El mundo literario es increíble…ese pacto
tácito existente entre autor y lector es indudablemente pura magia. El autor se
abre al público en general y sólo algunos le tienden la mano, sólo algunos
pretenden escuchar sus historias, sólo algunos entregan su tiempo a la obra del
autor. Es un pacto público ya cualquiera que quiera leerlo lo va a poder hacer,
pero es a la vez tan intimo… Cada persona entiende la historia de una manera y
no tiene porqué coincidir con lo que el autor quería transmitir en un principio,
de manera que un mismo libro puede entenderse de diversas maneras y dar lugar a
distintas interpretaciones.
A raíz de esto, tarde o temprano
llega un momento en tu vida en el que te das cuenta de que parte de lo que eres
se los debes a unos libros en concreto y en cierta manera esos libros han
ganado esa historia interpretada por ti mismo al leerlo. Esas historias
interpretadas que tú mismo creas al leer el libro, es ese “por ti sé que existo
y existes por mi”, el libro que te marcó tanto no es sin ti y tú no eres sin
ese libro. Y sinceramente, creo que existen muy pocas cosas que llenen tanto a una
persona emocionalmente como esos libros que consiguen ponerte los pelos de
punta mientras los lees, esos libros en los que sientes que el autor te susurra
al oído su obra, esos personajes y esas situaciones en las que te ves tan identificado
que te da hasta rabia no aparecer en la historia y poder resolver la trama tú
mismo.
Últimamente se afirma mucho que
cada vez se lee menos y se da a entender que la literatura se pierde pero yo no
lo creo así. Para mí la literatura es toda aquella palabra o conjunto de
palabras que son capaces de despertar un sentimiento en el lector, ya sea bueno
o malo, simplemente que logren conmover. Y actualmente la literatura considero
que se tiene que enfocar a otros ámbitos más tecnológicos, porque existen hasta
conversaciones de Whatsapp que son
auténtica literatura. He llegado a ser partícipe de conversaciones que me han
hecho llorar detrás de la pantalla del móvil y no creo haber sido el único ni
el último.
La literatura no deja de ser un
mundo en el que la gente busca la evasión del mundo o busca encontrar su lugar
en este mundo real. Es como si de una religión se tratase ya que te sientes
refugiado, arropado en la literatura y sabes que al abrir las páginas de ese
libro vas a poder estar donde quieras, cuando quieras y como quieras. Es igual
que las personas religiosas se sienten (o buscan sentirse) refugiadas y
arropadas por el dios al cual rezan ¿no?. Y yo firmemente, creo en esta religión
de crear sentimientos uniendo letras.
La chica de mi lado sigue sumida
en las palabras de su librillo que resuenan en su cabeza mezclándose con el
traqueteo del tren. Y me quedo observándola y la veo, la veo tan presente y a
la vez tan ausente, tan en su libro…El hombre sin embargo alza la vista del
papel cada vez que pasa una página de su estridente periódico, ya que necesita evadirse de lo que lee aunque sólo
sea un segundo porque la realidad que reflejan los periódicos no suele ser la
más agradable.
Ya apenas quedará media hora para
llegar a nuestro destino, de llegar a
nuestro final como los finales de los libros. Esos finales a veces tan deseados
y otras veces no tanto, esos finales que te esperas y esos finales que te
descolocan, en fin...
A continuación, se oye por los
altavoces del tren: “Próxima estación Alicante, Renfe les agradece que hayan
confiado en nosotros y esperamos volver a encontrarnos pronto en otro trayecto”.
Me dispongo tranquilamente a recoger mis cascos, mi móvil, mi mochila,...pero
sin quitarle el ojo de encima al hombre del periódico y a la chica de mi lado.
El hombre de repente cierra el
periódico y lo lanza con desdén al asiento vacío de su lado y se levanta para
coger sus maletas. Mientras, la chica sigue sentada leyendo a mayor velocidad
para no quedarse a mitad de ninguna página y poder poner el marcapáginas entre
el final del capítulo que leía y el principio del que le queda por leer.
El tren por fin frena en seco y el hombre sale
rápido abandonando a ese periódico sólo y arrugado en un asiento vacío después
de haberle ido acompañando durante todo su viaje. La chica sin embargo, coloca
el marcapáginas y guarda su libro cuidadosamente dentro de su bolso, coge sus
maletas y se marcha tranquilamente.
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