- Insistir. Empeñarse, no levantarse de la silla y evitar cualquier distracción hasta que se plasme algo que no tiremos a la papelera (de reciclaje).
- Buscar sensaciones. Levantase, salir a la calle, encontrar esa chispa concentrándote en percepciones. Abrir los chacras y absorber.
- Leer. Echar gasolina en nuestro intelecto y bañarnos en un nuevo medio. Poner en marcha nuestra cabeza, ya con cierto dolor y aislarla recibiendo lo mejor de Proust o Dickens.
- Pensar a lo grande. Imaginar la mejor de las novelas. La que escribirás y marcará la literatura mundial para siempre. Con esto puede que obtengas un relato apañado o algo decente. Como mi querida filosofía futbolística siempre dice. Este año lo ganamos todo
- Esto es solo el final del proceso. El ingeniero. Concepto más que clásico. Tenerlo todo perfectamente milimetrado. Personajes, movimientos, argumentos giros y triples mortales. El plasmarlo sólo será un proceso más, un trámite.
- Olvídalo todo. Escucha a tus personajes, concéntrate en ellos y atiéndelos. Siente lo que quieren, como quieren salir de la mente para plasmarse en la página. Ellos te marcarán el camino.
- El bloqueo no existe. Entonces no tienes nada que decir, no es el momento. Tus ideas estarán en tu cabeza y cuando estén maduras saldrán por si solas. Si no han sido vomitadas es que todavía no están horneadas y listas.
- Alcoholes y cigarros de la risa. Una buena opción para trabajar la imaginación y salir de uno mismo para encontrar esa historia que se debe de plasmar. Recomendado hacerlo con moderación. No por salud sino por simplemente poder acertar con la tecla.
- No salir sino llevas la escopeta cargada. Abriendo el portátil no surgen las ideas asi que mejor no ponerse a escribir sino hay algo claro que contar.
- No existe ningún consejo. Leer, leer y leer.
Pues con esta recopilación y esta transmisión de experiencia, cumplo el guión aunque sea tarde.
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