Desde su descubrimiento hasta su puesta en marcha,
la teletransportación, ha sido un invento muy controvertido. Ahora, que se
extiende su uso a las principales ciudades mundiales, surge una nueva y
contundente pregunta: ¿Es ético desintegrar a una persona en París mientras en
Londres se reproduce una réplica idéntica?
¿En
qué consiste la Teleportación?
Para teletransportar un objeto, por ejemplo,
necesitamos un dispositivo en el punto de origen llamado PREPAS (Proto Remote
Particle Accelerator Source, en sus siglas en inglés), Proto Acelerador De
Partículas A Distancia en Origen. Y en el destino necesitamos un aparato
similar llamado PREPAT (Proto Remote Particle Accelerator Target), Proto
Acelerador de Partículas A Distancia en Objetivo. Este aparato consta de una
cabina usualmente cilíndrica con sensores en las paredes, suelo y techo, que
cierra herméticamente y un potente ordenador que recoge toda la información.
Introducimos el objeto que queremos y se cartografía todo el objeto para,
después, ir penetrando en su estructura. Se va desintegrando el objeto, hasta
llegar a la información del último átomo (Si se trata de un humano, se conserva
hasta el último pensamiento que se le reinsertará en la integración posterior).
El ordenador procesa toda esa información y la envía al destino, donde el
PREPAT creará una copia idéntica con los datos recibidos.
Hagamos
un poco de historia
En 1930, el término ‘Teletransportación’ fue acuñado
por el investigador Charles Fort. Diversas obras en la literatura y el cine
tratan con más o menos acierto la posibilidad de desplazarse con rapidez de un
lugar a otro, durante todo el pasado s. XX.
En 1993, la idea de la teletransportación
pasó de la ciencia ficción a la teoría. El físico Charles Bennet y un equipo de
investigadores de IBM confirmaron que la teleportación del quantum era posible,
pero sólo, si el objeto sujeto a esta operación era destruido.
En 2001, un equipo suizo logró teleportar un fotón una
distancia de 2 km, posteriormente, uno austriaco consiguió hacerlo con un rayo
de luz (conjunto de fotones) a una distancia de 600 m., y lo siguiente fue
teleportar un átomo, que ya posee masa, a 5 micras de distancia.
En 2013, utilizando la nueva tecnología de las
impresoras en 3D, crearon un aparato capaz de replicar los mínimos detalles de
cualquier objeto.
En 2015, en varios laboratorios de física alrededor
del mundo ya eran capaces de teleportar objetos de diversos materiales.
En 2020, en la Sorbona teletransportaron los
primeros seres vivos, un par de ratones de laboratorio, aunque poco después
murieron. Se descubrió que la información sobre cada átomo del sujeto u objeto
a teleportar debía estar en su espacio determinado, unas micras fuera del campo
y se desestabilizaba.
En 2023, el físico español Juan García, descubrió el
patrón que seguían todos los átomos, una especie de marco los engloba junto a
otros dentro de un marco mayor y así sucesivamente hasta el perfil de una
persona por ejemplo. Viene a ser, explicado por el propio Dr. García, como si
dentro de un diagrama de Venn hubiera miles de diagramas de Venn que a su vez
contuvieran muchos más y finalmente contuviera un solo átomo.
En 2025, en Madrid, Roma, París y Londres,
conseguían con éxito teleportar animales de diversas envergaduras, desde
diminutas hormigas hasta caballos, manteniéndolos con vida.
A partir de aquí, la investigación se activó
muchísimo, gracias sobre todo a las generosas partidas que aplicaron los
gobiernos norteños de sus presupuestos generales.
En 2030, toda ciudad o pueblo tenía un almacén
equipado con sus PREPAS y PREPAT. Los transportes de mercancías por carretera,
aire y mar se estaban acabando. La única pega era la lentitud, cuanto más
complicado era el objeto que se debía cartografiar, más lento eran sus procesos
de desintegración y reconstrucción.
En 2037, un descubrimiento informático aceleró los
procesos. Con el nuevo procesador ‘Thunderstruck’ ya no hacían falta dos horas
para un cargamento de plátanos o trece para un conejo vivo. Un oso panda
‘viajó’ desde El Instituto Tecnológico de Tokio, en Japón, hasta el también
antiguo Real Instituto de Tecnología de Estocolmo, en Suecia; en tan solo
treinta minutos.
En 2041, los EEUU y UE dieron su conformidad al
inicio de experimentos en transportación con humanos. Tres años más tarde se
permite su uso para el público en general, asegurándose por parte de varias
agencias independientes que es totalmente seguro.
Utilidades
de la teletransportación
Aquí es donde empiezan las bondades o problemas de
cualquier avance tecnológico: el buen uso o el abuso.
Realmente es una ventaja el poder viajar de la fría
Varsovia a las blancas playas de Salvador de Bahía junto nuestro equipaje, en
poco más de cuarenta minutos. ¿Quién recuerda ya, aquellos viajes de catorce
horas para cruzar el Atlántico, más dos horas de espera en el aeropuerto de
origen y otra en el de destino?
Pero, ¿Podemos confiar en que seremos nosotros
mismos al llegar al objetivo? Nos destruyen y nos rehacen con un complejo
programa informático, hasta el último recuerdo, hasta el último pensamiento nos
es dado de nuevo. Pero, ¿Somos nosotros?
En este medio siglo la medicina no se ha quedado
anclada en el pasado, también ha avanzado a pasos agigantados. Ahora se habla
de aprovechar que el ordenador tiene toda la información en el momento de la
desintegración, para reparar tejidos enfermos, realizar cambios estéticos, etc.
Sería maravilloso ir al hospital, entrar en una maquinita y salir por otra
veinte años más joven y sin enfermedades. Imaginen lo que podría ahorrarse en
hospitales, médicos, enfermeras… Se produciría una crisis parecida a la
ocasionada en el mundo del transporte de mercaderías en los años treinta.
Y si pueden cambiar unos bits de información para
sanarnos, pueden cambiar unos bits de información de nuestro cerebro, y tal vez
pasamos de apóstatas a fervientes creyentes, o de amorosos padres a ruines
déspotas.
Y al fin y al cabo usted que me lee y yo no somos
importantes, pero ¿Qué hacen con los dirigentes mundiales cuando los
teletransportan para una cumbre universal?

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