Os dejo a modo de ejemplo uno de los capítulos que Georges Perec utiliza para describir a dos de las familias que viven en el edificio de su novela La vida instrucciones de uso. Fijaros en el uso (abuso) de la acumulación de objetos que de alguna manera "conspiran" para mostrarnos a los dueños así como la manera en el que acaba entretejiendolos con lo anecdótico y lo vivencial de tal manera que no sólo están puestos allí por sus dueños, sino que también definen a los que los poseen.
CAPÍTULO XXXIII
Sótanos, 1
Sótanos.
El sótano de los Altamont, limpio, ordenado, nítido: desde el
suelo hasta el techo, estantes y cajones provistos de etiquetas anchas y bien
legibles. Un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio; no se les ha
olvidado nada: hay existencias, provisiones como para resistir un asedio, como
para sobrevivir en caso de crisis, como para ir tirando en caso de guerra.
La pared de la izquierda está reservada para los productos
alimenticios de primera necesidad: harina, sémola, maizena, fécula de patata,
tapioca, copos de avena, azúcar en terrones, azúcar en polvo, azúcar glas, sal,
aceitunas, alcaparras, condimentos, grandes tarros de mostaza y pepinillos,
latas de aceite, paquetes de hierbas secas, paquetes de pimienta en grano,
clavos, setas liofilizadas, latitas de cortezas de trufas; vinagre de vino y
alcohol; almendras fileteadas, nueces peladas, avellanas y cacahuetes
empaquetados al vacío, pastitas para aperitivo, caramelos, chocolate para cocer
y para comer, miel, confitura, leche en bote, leche en polvo, huevos en polvo,
levadura, natillas marca Francorusse, té, café, cacao, tisanas, cubitos de
caldo Kub, tomate concentrado, harina, nuez moscada, guindillas, vainilla,
especias y plantas aromáticas, pan rallado, biscottes, uvas pasas, dulce de
fruta, tallos de angélica; siguen después las conservas: conservas de pescado:
atún desmenuzado, sardinas en aceite, anchoas enrolladas, caballa al vino
blanco, sábalo en tomate, merluza a la andaluza, sprats ahumados, sucedáneo de
caviar, hígado de bacalao ahumado; conservas de legumbres y hortalizas:
guisantes, puntas de espárragos, champiñones de París, judías verdes extra,
espinacas, corazones de alcachofas, salsifíes, menestra, así como paquetes de
legumbres secas: guisantes, alubias verdes, lentejas, habas, alubias blancas;
paquetes de arroz y de pastas: macarrones cortados, fideos, conchas, spaghetti,
patatas fritas, puré de patata, sopas en sobre; conservas de fruta: orejones de
albaricoque, peras en almíbar, cerezas, melocotones, ciruelas, bolsas de higos
secos, cajas de dátiles, de plátanos secos, de ciruelas pasas; conservas de
carne y platos preparados: corned–beef, jamón, terrinas, chicharrones, foie
gras, paté de hígado de cerdo, galantina, cabeza de jabalí, choucroute,
cassoulet, longaniza con lentejas, raviolis, cordero guisado, ratatouille de
Niza, cuscús, pollo a la vasca, paella, ternera con salsa blanca a la antigua.
La pared del fondo y casi toda la de la derecha están ocupadas por
botellas extendidas en botelleros de alambre plastificado siguiendo un orden
visiblemente canónico: primero los llamados vinos de mesa, luego los
Beaujolais, Côtes du Rhône y vinos blancos del Loira del año, después los vinos
de conservación corta: Cahors, Bourgueil, Chinon, Bergerac, por último la
verdadera bodega, la gran bodega, llevada con un libro en el que se hace constar
cada botella, procedencia, cosechero, proveedor, añada, fecha de entrada, plazo
óptimo de conservación, eventual fecha de salida; vinos de Alsacia; Riesling,
Traminer, Pinot negro, Tokay; Burdeos tintos: Médoc: Château–de–l’Abbaye–Skinner,
Château–Lynch–Bages, Château–Palmer, Château–Brane–Cantenac, Château–Gruau–Larose;
Graves; Château–Lagarde–Martillac, Château–Larrivet–Haut–Brion; Saint–Emilion: Château–Latour–Beau–Site,
Château–Canon, Château–La–Gaffellière, Château–Trottevieille; Pomerol: Château–Taillefer;
Burdeos blancos: Sauternes: Château–Sigalas–Rabaud, Château–Caillou, Château–Nairac;
Graves: Château–Chevalier, Château–Malartic–Lagravière; Borgoñas tintos: Côtes
de Nuits: Chambolle–Musigny, Charmes–Chambertin, Bonnes–Mares, Romanée–Saint–Vivant,
La Tâche,
Richebourg, Côtes de Beaune: Pernand–Vergelesse, Aloxe–Corton, Santenay Gravières,
Beaune Grèves «Vignes–de–l’Enfant–Jésus», Volnay Caillerets; Borgoñas blancos:
Beaune Clos–des–Mouches, Corton Charlemagne; Côtes du Rhône; Côte–Rôtie, Crozes–Hermitage,
Cornas, Tavel, Château–neuf–du–Pape; Côtes–de–Provence: Bandol, Cassis; Vinos
del Mâconnais y del Dijonnais, vinos naturales de Champagne —Vertus Bouzy,
Crémant—, vinos varios de Languedoc, Béarn, Saumurois y Turena, vinos
extranjeros: Fechy, Pully, Sidi–Brahim, Château–Mattilloux, vino del Dorset,
vinos del Rin y de Mosela, Asti, Koudiat, Haut–Mornag, Sangre de Toro, etc.;
por último hay unas cuantas cajas de champán, vinos aperitivos y licores
diversos —whisky, ginebra, kirsch, calvados, coñac, Grand–Marnier, Bénédictine—,
y, de nuevo en los anaqueles, algunas cajas con diferentes bebidas no
alcohólicas, con gas o sin gas, aguas minerales, cervezas, zumos de fruta.
Por último, al final y a la derecha, entre la pared y la puerta —enrejado
de madera reforzado con hierro y cerrado con dos gruesos candados—, la zona de
los productos de limpieza, los productos de tocador y los productos diversos:
lotes de bayetas, tambores de polvos para lavar la ropa, detergentes,
desincrustantes, desatascantes, lejía concentrada, esponjas, productos para
parquets, cristales, dorados, plata, cristalería, baldosas y linóleos, cepillos
de escobas, bolsas de aspirador, velas, reservas de cerillas, lotes de pilas
eléctricas, filtros de cafetera, aspirinas vitaminadas, bombillas antorcha para
arañas, hojas de afeitar, colonia barata a granel, pastillas de jabón, botellas
de champú, algodón hidrófilo, bastoncitos para las orejas, limas esmeriladas,
cargas de tinta para estilográfica, cera, botes de pintura, apósitos individuales,
insecticidas, encendedores de cocina, bolsas para la basura, piedras de
mechero, papel de secar.
Sótanos.
El sótano de los Gratiolet. Varias generaciones han apilado aquí
desechos que nadie ha ordenado ni seleccionado nunca. Yacen, a tres metros de
profundidad, bajo la guardia inquieta de un gatazo atigrado, que, encaramado en
lo más alto, al otro lado del tragaluz, espía por entre los barrotes el
inaccesible aunque no del todo imperceptible trotecillo de un ratón.
El ojo, acostumbrándose poco a poco a la oscuridad, acabaría
reconociendo, bajo su fina capa de polvo gris, restos dispersos procedentes de
todos los Gratiolet: el bastidor y los montantes de una cama antigua, unos
esquíes de madera de hickory que han perdido desde hace tiempo toda su elasticidad,
un casco colonial de una blancura antaño inmaculada, unas raquetas de tenis
sujetas entre sus pesadas prensas trapezoidales, una vieja máquina Underwood,
de la famosa serie de los Cuatro
Millones que, debido a su tabulador automático, pasó en su época
por uno de los objetos más perfectos que se han ideado en todos los tiempos; en
ella François Gratiolet empezó a mecanografiar sus recibos, cuando decidió que
debía modernizar la contabilidad; un viejo Petit Larousse Illustré que empieza con la mitad de
la página 71 —ASPIC n. m. (griego aspis).
Nombre vulgar de la víbora. Fig. Langue
d’aspic, persona maledicente— y acaba en la página 1530: MAROLLES–LES–BRAULTS,
cab. de cant. (Sarthe), distr. de Mamers; 2000 hab. (950 aglom.); una
percha de hierro forjado de la que sigue colgado un capote de gruesa lana basta
todo remendado con pedazos de colores y a veces hasta de tejidos distintos: el
capote del soldado raso Olivier Gratiolet, hecho prisionero en Arras el 20 de
mayo de 1940, liberado en mayo de 1942 merced a la intervención de su tío Marc
(Marc, hijo de Ferdinand, no era tío de Olivier, sino primo hermano de su padre
Louis, pero Olivier lo llamaba siempre «tío», igual que llamaba «tío» al otro
primo de su padre, François); un viejo globo terráqueo de cartón,
considerablemente agujereado; pilas y más pilas de periódicos desparejados: L’Illustration, Point de Vue,
Radar, Détective, Réalités, Images
du Monde, Comedia;
en una portada de Paris–Match, Pierre Boulez, de frac, enarbola la batuta para
el estreno de Wozzeck en la Ópera de París; en una portada de Historia se ve a
dos adolescentes, uno con uniforme de coronel de húsares —pantalón de cachemir
blanco, dormán azul oscuro con alamares gris perla, chacó con plumas— y el otro
con levita negra, corbata y puños de encaje, arrojándose uno en brazos del
otro, con la siguiente leyenda: ¿Se
entrevistaron secretamente Luis XVII y el Aiglon[1] en Fiume el ocho de
agosto de 1808? ¡Aclarado por fin el mayor enigma de la Historia!
Una caja de sombreros repleta de fotografías abarquilladas, de esos clisés
amarillentos o sepia que nunca se sabe a quién representan ni quién los tomó;
tres hombres en una pequeña carretera rural; ese caballero fino y moreno, de
bigote negro rizado con elegancia y pantalón a cuadros claros, será
probablemente Juste Gratiolet, el bisabuelo de Olivier, el primer propietario
de la casa, con unos amigos suyos que tal vez sean los Bereaux, Jacques y
Emile, con cuya hermana Marie se casó Juste; y esos dos, delante del monumento
a los caídos de Beyrut, ambos con la manga derecha vacía, y saludando con el
brazo izquierdo la bandera tricolor, constelado de medallas el pecho, son
Bernard Lehameau, un primo de Marthe, la mujer de François, y su viejo amigo el
coronel Augustus B. Clifford, a quien sirvió de intérprete en el Gran Cuartel
General de las Fuerzas Aliadas en Peronne, y que, como él, perdió el brazo
derecho al ser bombardeado dicho G.C.G. por el Barón Rojo el 19 de mayo de
1917; y aquel otro, aquel hombre visiblemente présbita, que lee un libro en un
atril inclinado, es Gérard, el abuelo de Olivier.
Al lado, amontonadas en una caja de hojalata cuadrada, conchas y
piedras recogidas por Olivier Gratiolet en Gatseau, en la isla de Oléron, el tres
de septiembre de 1934, día de la muerte de su abuelo, y, sujeto con una goma,
un paquete de estampas de Epinal[2]
como las que se daban en la escuela primaria cuando se tenía una cantidad
suficiente de puntos de buena conducta: la de encima representa el encuentro,
en un buque de guerra, entre el zar y el presidente de la República francesa. Por
todas partes, hasta perderse de vista, sólo se ven navíos cuyas humaredas
desaparecen en un cielo sin nubes. Con grandes pasos acaban de avanzar el zar y
el presidente uno hacia otro y se están dando la mano. Detrás del zar, como
detrás del presidente, permanecen dos caballeros: en contraste con la alegría
manifiesta en los rostros de ambos jefes, los suyos parecen graves. Las miradas
de las dos escoltas se concentran en sus soberanos respectivos. Abajo —la
escena se desarrolla visiblemente en la cubierta alta del navío—, medio
cortadas por el margen de la imagen, se yerguen largas filas de marinos en
posición de firmes.
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