jueves, 17 de enero de 2013


DESCRIPCIÓN - La habitación                                                                            Ignacio Barrios

Las voces de las decenas de habitantes del hotel se filtraban por las finas paredes contrastando vivamente con  el silencio de la habitación. Las grandes ventanas dejaban pasar la luz calentando su piel, alejando el frio de aquella mañana de noviembre.

La habitación era ante todo modesta. Una sencilla cama doble en el centro y una pequeña mesa en a la derecha opuesta a un gran armario empotrado que siempre se encontraba vacío. En la cama, anteriormente hecha con esmero, reinaba un caos digno del más fiero campo de batalla. La mesa en la que tantas veces habían dejado sus copas y sus alianzas de matrimonio en un intento de olvidar su delito, ofrecía ahora un aspecto extraño con tan solo una solitaria copa y un anillo de oro.

Su perfume de lilas seguía en el aire como un recuerdo vacío que los siguientes huéspedes disfrutarían sin saber de dónde provenía y los siguientes a estos jamás conocerían.

El ruido de la habitación de al lado iba “in crescendo” pero no se molestó en golpear la pared. La noche anterior la situación había sido a la inversa y nadie se había quejado. Un sonido confuso al principio, airado luego, suplicante y al final rítmico con los golpes del cabezal de la cama contra la pared. Por la mañana había vuelto el silencio que solo una persona podía provocar y la habitación había empezado a olvidarla a ella. 

Una vez arreglada la cama la habitación olvido el caos, una vez recogida la copa olvido la soledad y una vez se fue él la habitación lo olvido para no recordar más.

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