Un hada huye de su mundo,
Bleuverd, para escapar a su destino: ser la ofrenda a la divinidad. Al ‘Otro lado’ no hay magia, por lo que
pasa por humana, aunque aún conserva la capacidad de leer la mente y unos pocos
dones más. Ese Otro lado sería
nuestra realidad. Después de cinco años con los humanos, está estudiando
medicina; quiere ser investigadora y poder determinar qué diferencia a los
seres mágicos de los humanos. Se siente segura, pero los agentes de la
divinidad la han encontrado.
El interrogante durante todo el
cuento es si conseguirá escapar a su destino. Contado en primera persona por
Lore Gaal, una niña de largo cabello moreno con ojos azul claro, y muy alta
para su edad, según los cánones humanos. Es una joven Fata educada desde su
infancia en las artes principales de su mundo y en la certeza de que su sino es
servir de ofrenda al dios de las hadas. Curiosa y rápida aprendiendo, ha
aburrido a todos sus instructores con sus preguntas. Se le ha permitido
investigar en la antigua biblioteca y pasear por el bosque que rodea la
fortaleza.
Ofrenda a la divinidad cumple dos funciones: en principio averiguar si
la protagonista conseguirá escapar a su destino; y en segundo lugar nos
introduce en el mundo mágico de Bleuverd y en la historia que le une al Otro lado.
El cuento estará dividido en ocho
escenas y un pequeño prefacio en el que se nombra la ruptura que provocó la
separación en planos diferentes de Bleuverd y el Otro lado.
En las dos primeras escenas, que
servirán de introducción, Lore Gaal cuenta su huida de la fortaleza de los
seguidores de la divinidad, en busca de un portal para llegar al Otro lado. Y cómo, una vez en Madrid, se
hace pasar por humana y entra en la universidad.
El nudo lo compondrán las cuatro
escenas siguientes donde el hada es descubierta. Se refugia con una compañera a la que confía
su secreto y que la cree trastornada por alguna psicosis; es una joven morena
de inteligentes ojos negros que desea especializarse en psiquiatría. Y cómo, después de un ataque, creyendo muerta
a su amiga, se entrega a las sombras. Es llevada inmediatamente a Bleuverd y
presentada para su castigo a la Divinidad: un viejo dragón con la cabeza llena
de cuernos, una larga perilla blanca y el escamoso cuerpo de serpiente redondeado
entre las patas delanteras y traseras. Para un pueblo, los Fata, que pueden
vivir casi eternamente su dios es el que ya ha vivido una eternidad. Y divertido
por la audacia de Lore Gaal acepta que le cuente su historia, como ha
conseguido vivir entre los humanos cinco años y por qué ha decidido estudiar
medicina.
En las dos escenas finales la Divinidad
decide, como en los cuentos antiguos, someterla a tres pruebas que, si Lore
Gaal las supera, le permitirá regresar a su vida en Madrid.
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