MI NARRACIÓN PERFECTA
En principio las historias fueron contadas;
y
las palabras se las llevó el viento.
Me referiré a la narración perfecta escrita por mí. Mis
lecturas preferidas son variadas y dispares. De cualquier forma, lo que me gustaría
escribir se contiene en lo que me gusta leer.
La herramienta es el lenguaje, el idioma, y considero
importante cuidarlo. Texto e historia se amalgaman. Prefiero un estilo preciso,
poco manido y con léxico variado. También gusto de inventar palabras. Me atrae
le “realismo mágico” de los escritores latinoamericanos.
Los temas y modos elegidos:
! Historias de personas anónimas que vivieron
en tiempos pasados; más bien en un pasado reciente. Son relatados en circunstancias
y lugares pseudorreales, lo que posibilita un argumento más creativo, que
refuerza y exacerba los caracteres. La época de los personajes se extinguió y
sus esfuerzos se disolvieron en la nada. Son arquetipos de individuos comunes,
multidimensionales, con sus afanes y sus verdades transitorias. Han sido
antepasados sociales nuestros. Merecen nuestro recuerdo y sus vidas ayudan a
entendernos a nosotros mismos.
! Historias de enredo, divertidas, con
fina ironía. Personajes variopintos y situaciones esperpénticas. Humor
inteligente. El gozo de vivir y reír. También agridulces. La desmitificación
del pensamiento oficial y lo políticamente correcto. Sarcásticas e irreverentes.
Un “Torrente” algo más refinado, pero igual de fresco. Un paradigma: “La
conjura de los necios”. Una fusión con el punto anterior: “Bienvenido Míster
Marshall”.
! Relatos que, al hilo de una historia,
contienen imágenes y detalles que tratan de formular la esencia humana de los
personajes. Estas reseñas se pueden expresar con un lenguaje más simbólico o
real y aportan valor al relato. Lenguaje pulido.
! Microrrelatos. Nanorrelatos. Muy
interesantes. Creo que ofrecen muchas posibilidades creativas. Adaptados a los
instantes breves y exceso de información actual. Leerlos es vivir más rápido.
Narraciones fulgurantes e intensas. Algunos con alta carga poética. Son los
whatsapp de la literatura.
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