martes, 14 de abril de 2015

¡ Un hombre como yo ! (basada en el texto de Ramón Fdez. de Guevara)Tola.


  ¡UN HOMBRE COMO YO!

Que cómo llegué a aquello?..¡Ni yo mismo lo sé!
Sucedió de un modo imprevisible porque, mirado bien, quien me conozca, nunca podría pensar que, un hombre como yo ¡tan reflexivo! pudiese comportarse de un modo irracional.
Aquéllo fué"un repente" como diría mi abuelo, pues, de pronto, una extraña ansiedad se apoderó de mí y un sólo pensamiento ocupaba mi mente ¡¡no podía quedarme sin aquello!!.
La obsesión  me empujó de inmediato a saltar de la cama.
Miré el despertaor, eran las cino. El cielo estaba oscuro. Los primeros ruidos de la calle anunciaban ya el alba. Me apresuré a ducharme y mientras me vestía, la idea de obtenerlo a toda costa se arraigaba con fuerza en mi cerebro ¡tenía que ser mio!  Lo estaba deseando desde el mismo momento en que Miguel, mi amigo, me hizo la confidencia de que el quince de marzo lo sacaban al Rastro.
Yo conocí a Miguel - vecino mío - porque coleccionaba llaves antiguas y también llamadores de puerta todo forjado a mano.  Los domingos acudía temprano para poder escoger las piezas más interesantes y ya se conocía a todos los gitanos. Solía acompañarle algunas veces esperando encontrar algún dibujo o  comprar algún marco.
Después de la noticia - casi dicha en secreto -  no podía arriesgarme a que otro comprador me lo quitara  pues "aquello" para mí era la guinda, el remate final, y sobre todo EL PREMIO si,sí ¡el premio con mayúsculas! Premio a mi resistencia y al esfuerzo de haber sobrevivido a una panda de locos que casi me aniquilan .

Subí al coche, nervioso, y girando la llave dí el contacto. El motor jadeó, rugiendo acelerado. El mendigo que dormía en la acrea, entre cartones, se despertó asustado. 
Empezó a clarear la mañana, no había mucho tráfico.
De modo irrefrenable cogí velocidad apurando semáforos. Aquel lo calculé muy bien - estoy seguro - porque, quien me conozca bien, no podría pensar que, un hombre como yo ¡tan comedido! corriera un riesgo tonto.
La luz estaba en ámbar, llegaba bien. Sobrado. 
La luz se puso en rojo de repente ¡Sólo sentí el impacto!

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Que por qué el arrebato?..¡Fué un momento vital!
Estrenaba una etapa y quería dar un giro. Necesitaba un cambio
Estudié la manera de aportar a mi vida una transformación.
Empecé por mi casa. Quería darle un toque diferente. Decidí renovarla variando los espacios.  
Me lo pusieron fácil, total, tan sólo era tirar unos tabiques, cambiar el punto de las luces y darle otro color. y ¡de pronto! un enjambre de tipos cargados de herramientas invadieron la casa en medio de una indescriptible algarabía  de voces y porátiles. La música, implacable, sonaba todo el dia con ritmo machacón,  una especie de "Mix" entre rap y rumbitas taladraba mi oído.
Una  descoordinación indescriptible reinaba por doquier mezclando los oficios, provocando entre ellos una pugna constante: Reñia el albañil y el carpintero, peleaban electricistas y yesaires  y la gresca final, encarnizada, entre el pintor y el que pulía el suelo.
- ¡¡Que se callen ya coño y a ver si de una puta vez acaban esto!!
Se hizo un gran silencio. No conocí mi voz en ese grito bronco y desgarrado porque, quien me conozca bien , nunca podría pensar que, un hobre como yo ¡Tan moderado! soltara semejantes exabruptos.
El grito surgió efecto. Acabaron ¡¡por fin se habían ido!!
La casa recuperó otravez su clima sosegado. Me quede contemplando los espacios, disfrutando el silencio,   respirando el vacío.
Imaginé dónde poner los muebles, cómo ordenar los libros o ubicar las pantallas para dar calidez al ambiente con luces indirectas. Extendí las alfombras que me había traído de Marruecos, comencé a colocar los recuerdos,  objetos escogidos que eran las huellas de mis viajes, de tantos países recorridos   Decidí suprimir muchas cosas,  eso sí, muy bien etiquetadas y guardadas en sus correspondientes cajas porque, quien me conzca, ya puede imaginar que, un hombre como yo ¡tan minucioso! se arriesgara a  guardalas al azar, en un impensable revoltijo.

Había conseguido terminar , todo estaba en su sitio !
Un enorme cansanció se apoderó de mí ¡vaya paliza! Me dirigía al sofá para tumbarme un rato y al entrar al salón de repente  lo ví: ¡"ese" era el hueco!¡tiene que estar ahi ! repeti varias veces ¡"Ese" es su sitio! y de pronto me vino a la memoria lo que dijo Migel .
El paño de pared azul-grisáceo respiraba tranquilo, yo no. Yo estaba obsesionado y esa ansiedad se transformó en un feroz deseo y fué la causa, esa noche, de interrumpirme el sueño y que a las cinco en punto se abrieran mis ojos como platos y saltara de la cama como si estuviera poseído ¡¡tenía que llegar antes que nadie!! Sólo pensaba en eso.

El coche iba muy rápido.
La luz estaba en ámbar.
La luz se puso roja de repente ¡Sólo sentíel impacto!

Me desperté aturdido.El golpe fué muy fuerte - me dijeron -  Los ojos me dolían y también la cabeza . Al moverme me mareaba un poco y al mirar la pared me pareció que estaba delirando porque alli, justo enfrente de mi cama,  delante de mis ojos, alli estaba "mi" cuadro: una litografia de Sempere  justo "esa", la que estaba buscando!

Aún dormía cuando entró la enfermera . Corriendo la cortina aclaró la penumbra. Sonriendo me dijo que durante una semana, todavía,  debería llevar el collarín, andar con precaución y mover  la cabeza con todo mi cuidado. Sonrió nuevamente cuando dijo que ya podia marcharme. 

Me vestí muy despacio para no marearme,  lentamente  me encaramé a la silla y descolgando el cuadro - colocado en un marco reciclable - saqué la lámina con  el pulso acelerado. La enrollé  despacito para no hacer ruído.  Con todo mi  cuidado oculté  el rollo entre los pliegues de mi abrigo. Mirando atentamente  recorría  el pasillo con la cabeza erguida. Caminaba con paso muy pausado. El rostro sonriente. Al pasar por el box saludé a la enfermera porque, quien me conozca bien sabe de sobra que, hombre como yo ¡Tan educado!  siempre guarda las formas.
 Llevava yo el abrigo doblado entre los brazoa y al llegar a la puerta de la calle el celador que se cruzó conmigo  me dijo muy amable
 - Hace fresco señor, mejor si se abrigara
 - Muchas gracias,  pero prefiero el fresco, necesito que me dé un poco el aire. 

  La verdad, hacía frio, pero yo sudaba, sudaba sin parar la gota gorda , me ardían las mejillas, estaba acalorado,  porque, quien me conozca bien  jamás podría pensar que, un hombre como yo ¡Tan honorable! pudiera ser capaz de delinquir cometiendo  un delito.



                                                                                                                  Tola Clérigues    



                                                








   

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