Luisa Berbel Torrente
( Texto basado en el de Carmen Lacasa Esteban)
Valencia,
23 de abril de 2015
Querida mía espero que estés bien
por aquellos mundos perdidos donde te encuentras.
-Hija con la
buena seguida que llevabas.
-Que entiendo
que eso de leer jeroglíficos e investigar en las pirámides está muy bien, pero
la vida real es otra cosa cariño.
Que esas cosas
ocurrieron hace muchos siglos y ¿qué se te ha perdido a ti ahora perdiendo el
tiempo con esas tonterías? ¿Qué más te da si Tuntankhamon fue un faraón bueno,
malo o regular? ¿O si la pirámide de Kéops está en su sitio o no? ¿No
comprendes que te has de centrar en tu trabajo que para eso es para lo que has
estudiado tantos años y nos hemos sacrificado tu padre y yo?
Una carrera como
arquitectura no es moco de pavo y ninguna de mis amigas tiene hijos que hayan
llegado tan lejos como tú lo has hecho. No sé que esperas demostrar echando
tantas horas en esa manía tuya de la Egiptología. Que yo entiendo que al
principio después de todo lo que te pasó, tuvieras que buscar un desahogo,
algún hobby, que lo comprendo. Es una manera de olvidar tu ruptura. Pero claro,
esta obsesión, ya me parece que está acabando con tu sentido común y tu
raciocinio.
Los Egiptomaníacos
como os llamaís tú y tus amigos esos tan raros con los que últimamente andas,
creo que te están llevando a una especie de locura que me preocupa hija. Tú que
siempre has sido tan formalita y tan responsable, que has hecho lo que debías
en cada momento, ¿cómo te has metido en esta especie de secta? No lo llego a
entender, espero que no te echen a perder.
Me preocupa
cuando te veo ahí en tu habitación con tu libretita, escribiendo esas figuritas
tan extrañas que tú llamas jeroglíficos y que a mí se me antojan dibujos de
niña de primaria, lleno de pajaritos y signos raros. Desde pequeñita fuiste muy
influenciable y un poco excéntrica. Te dejabas llevar por las cosas más
inverosímiles y poco prácticas. Pero claro, una cosa es ser pequeña y otra ser
una mujer hecha y derecha que ha pasado la treintena.
-Que debes estar
a otras cosas, hija. Por ejemplo, a buscarte un hombre que te quiera y te de
seguridad, o a afianzar tu trabajo que ya eres casi jefa hija, y la cosa está
muy mal. Tú misma me dijiste el otro día que están reestructurando la plantilla
en la empresa y han echado a la calle a varios compañeros tuyos. Más motivo aún
para que pongas todo tu empeño en demostrar lo buena que eres y no te tiren a
ti también. Que en cualquier momento la vida te da un vuelco y todo lo que
tenías se va al carajo. Que se lo digan a tu padre, que después de veinte años
en una empresa a la que consideraba como su familia, lo despidieron con una
mano delante y otra detrás. Y toda nuestra vida cambió, recuerda lo mal que lo
pasamos hasta que el pobre encontró otra cosa que para nada tenía que ver con
su profesión, pero que al fin y al cabo nos permitía salir adelante y seguir
pagando tus estudios.
Y si no te
encuentras realizada con el trabajo, -esas cosas que decís ahora los jóvenes- pues
céntrate en salir por ahí a bailar y tomar copas con amigos normales y de tu
edad, no con los egiptólogos esos, que alguno hasta podría ser tu padre. Que
porque acabes de salir de una mala experiencia no quiere decir que todos los
hombres sean iguales. Hay muchos hombres
buenos, mira tu padre, es una bellísima persona que me ha tratado toda la vida
como una reina.
Tu último novio
ya sabías que no era trigo limpio. El
primer día que nos lo presentaste me di cuenta. Hija no me digas por qué, pero
las madres tenemos un sexto sentido para estas cosas. Un hombre que solo piensa
en él, no es un hombre que te merezca. Los seres egoístas nunca cambian hija y
yo sabía perfectamente que era cuestión de tiempo que te dejara. Bueno perdona,
“que lo dejarais”, como tú dices.
Espero que hayas
aprendido que este tipo de hombres no te convienen, porque lo único que te
hacen es sufrir y desestabilizarte. Y si no mira ahora, como estás, totalmente
ida, metida en el antiguo Egipto por su culpa. Que no te podías haber ido más
lejos hija. Cuanto te echo de menos, allí, con tantas cosas malas que se oyen
por televisión. Ten mucho cuidado y cuídate, y acuérdate de ponerte mucha
protección solar que en aquellos desiertos hace mucho calor.
¡Tus padres que te quieren y te echan de
menos!
***
El Cairo, 23 de abril de 2015
-Hola mami, te
escribo estas letras desde este maravilloso paisaje en los alrededores de la Necrópolis de Guiza.
-Mamá no puedes
imaginarte lo que es esto. Si existe el paraíso después de la muerte, ha de ser
semejante a este espectáculo. No puedo ser más feliz de lo que soy. Si vieras los
amaneceres, los atardeceres, las estrellas, el desierto,… todo. No hay nada que
no me maraville. Creo que sufro el mal de Stendhal. Me siento como si de
repente hubiera descubierto el mundo, como si acabara de nacer, nada de lo que
hasta ahora he visto tiene relevancia. Ahora sé que toda mi vida ha sido una
preparación para llegar hasta aquí.
El grupo de mis
compañeros es fantástico, ¡son tan interesantes!, aprendo todos los días de
ellos. La mayoría ya han hecho viajes similares a este y no como yo que soy una
iniciada. Son personas con mucha vida personal y espiritual, en nada se
asemejan a mis compañeros de trabajo,
tan planos y grises.
Y he de decirte
que hay incluso una persona que me hace tilín, aunque quizá no lo aprobarás
porque es un poco mayor que yo. Pero es un hombre espectacular, que sabe
muchísimo de la cultura egipcia y que vive con pasión su profesión. Es
arqueólogo e historiador y un fanático de la egiptología y en especial de los
jeroglíficos igual que yo. Creo que somos almas gemelas.
Bueno mamá ya te
escribiré otro día con más tranquilidad y te contaré más cosas. He de acostarme
pronto porque mañana me levanto a las cinco de la mañana, ya que vamos al campo
de trabajo y hemos de ir muy temprano porque si no después hace mucho calor y
es más duro.
No te preocupes
por mí porque soy plenamente feliz, por fin he encontrado mi lugar en el mundo
mamá.
¡Tu querida hija que os quiere mucho! ¡Besos!
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