jueves, 5 de febrero de 2015



Frases del tarot:
“Inicio el camino solitario”, “con esfuerzo pero con energía”, “hacia un camino nuevo con justicia”, “en el encuentro con otro”, “tuvo que insistir con todas sus fuerzas”
                                   Tarot: Fijación
El resultado era claro y rotundo, lo leía del informe médico: “…una endometriosis crónica…” y más adelante el diagnóstico final: “…no podrá tener hijos de manera natural”. Estaba seca. Lo que tanto había temido se había convertido en una realidad horrible. Tras el primer momento de derrumbe puso en marcha los mecanismos de defensa. No le valía lamentarse, ahora no. Una fuerza interna le ayudaba a sobreponerse. No era una mujer  débil como para rendirse ante el problema que la había caído encima como una losa. No iba a llorar, no le valían las lamentaciones. Desde que le hicieron los análisis hasta el resultado, que leía y releía como obsesa, fueron seis meses largos de incertidumbre y angustia. Se trazó diferentes acciones a tomar según fuera diagnosticada y era ahora cuando le tocaba reaccionar según lo previsto. Nada la detendría. No le iba a decir nada a su marido.
Llevaba 15 años casada con Juan. Era un hombre con muy buenos sentimientos, dócil, firme en sus convicciones y la relación entre ellos era, en todos los órdenes, completamente satisfactoria; se querían, se respetaban, y cumplían, sus obligaciones de pareja al menos dos veces por semana, pero la familia no llegaba. Aprovechaban los días fértiles para intentar el embarazo, sin perder ninguna oportunidad. Después de cada acto ella se quedaba un tiempo en la posición adecuada para facilitar el éxito, pero este se les resistió después de tanto intento. Se había convertido en pesadilla. Les decía la gente más allegada, sobre todo la madre de Juan, que no se preocupara, que eran todavía muy jóvenes y Dios y la naturaleza les ayudarían. Visitaron a varios ginecólogos y en todas las ocasiones les dieron tratamiento, cada vez diferente, hasta que decidió tomarlo en serio y solucionar el problema con todas las consecuencias. En el hospital principal de la ciudad, la visitaron y solicitaron una analítica compleja. El tiempo hasta los resultados se le hizo  eterno y complicado, toda su vida, sus anhelos, sus deseos pendientes de un análisis. Los resultados tardaron algo más de lo previsto en entregárselos. Le tocaba ahora reaccionar según lo previsto, el siguiente paso era el pedir cita en la consulta particular de un afamado ginecólogo, sus amigas le contaron sus éxitos con personas conocidas del pueblo y de la comarca. Era el ginecólogo jefe del Servicio de Ginecologías y Obstetriciadel Hospital Público más importante de la ciudad y por las tardes tenía consulta abierta. Sus honorarios eran muy elevados, pero estada resuelta a conseguirlo costase lo que fuera. Había trabajado este médico en Estados Unidos y se hablaba de sus prodigios imposibles. Seis meses después lo mismo, nada de embarazo,
No tardó en tomar la decisión y pedir cita, esta vez, en el Hospital de la Fertilidad. Se contaba que hasta la reina había acudido a dicha clínica, y ahora tenía dos hijas. De los resultados no le diría nada a su marido. Él tenía tanta ilusión como ella en tener hijos, claro, ya desde novios habían hablado del tema y , también a él le hacía ilusión tener un varón al que le enseñaría todos los trucos para mantener con tanto éxito el taller de coches que heredó de su padre y este a la vez del suyo. Si fuese una niña le ayudaría a ella en la perfumería, fundada por su abuela en una de las calles más céntricas de la ciudad. Se acercó al IVI, que eran las siglas del Hospital tan reconocido, y pidió una cita. Otros seis meses tendría que esperar a ser recibida. Tantos años había esperado que ahora seis meses eran muy poco, sólo se trataba de tomar las cosas como venían. Eso era lo primero que pensó, esperanzada en que con los nuevos métodos reproducción asistida: inseminación artificial y fecundación in Vitro, iban a solucionar el problema.

                                   II

Todos los días miraba el correo en espera de noticias. Habían pasado siete meses desde que solicitó visita en el IVI. Una mañana, en el correo electrónico, había un mensaje en el que le adjuntaban la hora y el día de la cita, un mes más tarde.
Desde aquel día del resultado del primer análisis, se había vuelto taciturna, ya no le confiaba los secretos a su marido, ni le hacía partícipe de sus angustias. Él sospechaba, aunque no sabía de qué, pero la observaba lejana, no era la misma de meses atrás y le hacía preguntas casi a diario. En más de una ocasión llegó a preguntarle si había otro, que fuese sincera, que él la comprendería. Por supuesto ella le decía que no, y que no le pasaba nada, que le quería como siempre, pero que estaba pasando por un momento raro, que se no le diera importancia, que no se preocupase, que pasaría pronto. Era cierto que no era la misma, pero le quería, y no quería hacerle daño, ni privarle de ser padre.
Pasado el tiempo, algunas semanas después  ya no le importaba lo que él pudiera pensar y si insistía en preguntas, hasta se violentaba. Se estaba cerrando un muro entre ambos. Como norma, a diario, después de cerrar la tienda y regresar a casa, preparaba la cena para los dos y ella se acostaba, alegando que estaba cansada. Juan se mostraba muy cariñoso con ella, pensando que pronto se le pasaría, que lo que le ocurría era la crisis de los cuarenta y que volvería a ser la de siempre. Ella se pasaba el tiempo libre,que le dejaba la tienda,  ojeando  las páginas que hablaban de la inseminación in vitro y de otras tantas cosas relacionadas siempre con la fertilidad. En el peor caso podría ser inseminada por óvulos de otra mujer y el resto de su marido, sólo se trataba de buscar astucias.. Pronto le llegaba la desazó, ¿qué necesidad tenía ella de tanta historia si Juan podría tener hijos naturales con otra mujer y a ella, al fin y al cabo, se había mentalizado en ya no esperar nada?
Una tarde de domingo, de esos días que se sentía en plena crisis de ansiedad, el le pidió que saliesen esa noche a cenar en un pueblo cercano. Habían estado allí de recién casados y sería una buena ocasión para pasar el resto de la tarde fuera de casa. Ella respondió que no tenía ganas. Le respondió enfadada. Él se le plantó esta vez y le dijo que ya estaba bien
-Pues bien, si quieres saber lo que me pasa escucha: Me preguntaste hace unas semanas si había otro, pues lo hay. Ahora ya lo sabes. Puedes tomar la decisión que quieras.

                                               III
Ya no le importaba tanto lo que fuera a ocurrir en el hospital, o la solución que fueran a darle, ya no iba a hacer nada.



 Ramón Fernández de Guevara R

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