Frases
del tarot:
“Inicio
el camino solitario”, “con esfuerzo pero con energía”, “hacia un camino nuevo
con justicia”, “en el encuentro con otro”, “tuvo que insistir con todas sus
fuerzas”
Tarot: Fijación
El
resultado era claro y rotundo, lo leía del informe médico: “…una endometriosis
crónica…” y más adelante el diagnóstico final: “…no podrá tener hijos de manera
natural”. Estaba seca. Lo que tanto había temido se había convertido en una realidad
horrible. Tras el primer momento de derrumbe puso en marcha los mecanismos de
defensa. No le valía lamentarse, ahora no. Una fuerza interna le ayudaba a sobreponerse.
No era una mujer débil como para
rendirse ante el problema que la había caído encima como una losa. No iba a
llorar, no le valían las lamentaciones. Desde que le hicieron los análisis
hasta el resultado, que leía y releía como obsesa, fueron seis meses largos de incertidumbre
y angustia. Se trazó diferentes acciones a tomar según fuera diagnosticada y
era ahora cuando le tocaba reaccionar según lo previsto. Nada la detendría. No
le iba a decir nada a su marido.
Llevaba
15 años casada con Juan. Era un hombre con muy buenos sentimientos, dócil, firme en sus convicciones y la relación entre ellos era, en
todos los órdenes, completamente satisfactoria; se querían, se respetaban, y
cumplían, sus obligaciones de pareja al menos dos veces por semana, pero la
familia no llegaba. Aprovechaban los días fértiles para intentar el embarazo,
sin perder ninguna oportunidad. Después de cada acto ella se quedaba un tiempo en
la posición adecuada para facilitar el éxito, pero este se les resistió después
de tanto intento. Se había convertido en pesadilla. Les decía la gente más
allegada, sobre todo la madre de Juan, que no se preocupara, que eran todavía
muy jóvenes y Dios y la naturaleza les ayudarían. Visitaron a varios
ginecólogos y en todas las ocasiones les dieron tratamiento, cada vez diferente,
hasta que decidió tomarlo en serio y solucionar el problema con todas las
consecuencias. En el hospital principal de la ciudad, la visitaron y
solicitaron una analítica compleja. El tiempo hasta los resultados se le
hizo eterno y complicado, toda su vida,
sus anhelos, sus deseos pendientes de un análisis. Los resultados tardaron algo
más de lo previsto en entregárselos. Le tocaba ahora reaccionar según lo
previsto, el siguiente paso era el pedir cita en la consulta particular de un
afamado ginecólogo, sus amigas le contaron sus éxitos con personas conocidas del
pueblo y de la comarca. Era el ginecólogo jefe del Servicio de Ginecologías y Obstetriciadel
Hospital Público más importante de la ciudad y por las tardes tenía consulta
abierta. Sus honorarios eran muy elevados, pero estada resuelta a conseguirlo
costase lo que fuera. Había trabajado este médico en Estados Unidos y se
hablaba de sus prodigios imposibles. Seis meses después lo mismo, nada de
embarazo,
No
tardó en tomar la decisión y pedir cita, esta vez, en el Hospital de la Fertilidad.
Se contaba que hasta la reina había acudido a dicha clínica, y ahora tenía dos
hijas. De los resultados no le diría nada a su marido. Él tenía tanta ilusión
como ella en tener hijos, claro, ya desde novios habían hablado del tema y ,
también a él le hacía ilusión tener un varón al que le enseñaría todos los
trucos para mantener con tanto éxito el taller de coches que heredó de su padre
y este a la vez del suyo. Si fuese una niña le ayudaría a ella en la perfumería,
fundada por su abuela en una de las calles más céntricas de la ciudad. Se
acercó al IVI, que eran las siglas del Hospital tan reconocido, y pidió una
cita. Otros seis meses tendría que esperar a ser recibida. Tantos años había
esperado que ahora seis meses eran muy poco, sólo se trataba de tomar las cosas
como venían. Eso era lo primero que pensó, esperanzada en que con los nuevos
métodos reproducción asistida: inseminación artificial y fecundación in Vitro,
iban a solucionar el problema.
II
Todos
los días miraba el correo en espera de noticias. Habían pasado siete meses
desde que solicitó visita en el IVI. Una mañana, en el correo electrónico,
había un mensaje en el que le adjuntaban la hora y el día de la cita, un mes
más tarde.
Desde
aquel día del resultado del primer análisis, se había vuelto taciturna, ya no
le confiaba los secretos a su marido, ni le hacía partícipe de sus angustias.
Él sospechaba, aunque no sabía de qué, pero la observaba lejana, no era la
misma de meses atrás y le hacía preguntas casi a diario. En más de una ocasión
llegó a preguntarle si había otro, que fuese sincera, que él la comprendería. Por
supuesto ella le decía que no, y que no le pasaba nada, que le quería como
siempre, pero que estaba pasando por un momento raro, que se no le diera
importancia, que no se preocupase, que pasaría pronto. Era cierto que no era la
misma, pero le quería, y no quería hacerle daño, ni privarle de ser padre.
Pasado
el tiempo, algunas semanas después ya no
le importaba lo que él pudiera pensar y si insistía en preguntas, hasta se
violentaba. Se estaba cerrando un muro entre ambos. Como norma, a diario, después
de cerrar la tienda y regresar a casa, preparaba la cena para los dos y ella se
acostaba, alegando que estaba cansada. Juan se mostraba muy cariñoso con ella,
pensando que pronto se le pasaría, que lo que le ocurría era la crisis de los
cuarenta y que volvería a ser la de siempre. Ella se pasaba el tiempo libre,que
le dejaba la tienda, ojeando las páginas que hablaban de la inseminación in
vitro y de otras tantas cosas relacionadas siempre con la fertilidad. En el
peor caso podría ser inseminada por óvulos de otra mujer y el resto de su
marido, sólo se trataba de buscar astucias.. Pronto le llegaba la desazó, ¿qué
necesidad tenía ella de tanta historia si Juan podría tener hijos naturales con
otra mujer y a ella, al fin y al cabo, se había mentalizado en ya no esperar
nada?
Una
tarde de domingo, de esos días que se sentía en plena crisis de ansiedad, el le
pidió que saliesen esa noche a cenar en un pueblo cercano. Habían estado allí
de recién casados y sería una buena ocasión para pasar el resto de la tarde fuera
de casa. Ella respondió que no tenía ganas. Le respondió enfadada. Él se le
plantó esta vez y le dijo que ya estaba bien
-Pues
bien, si quieres saber lo que me pasa escucha: Me preguntaste hace unas semanas
si había otro, pues lo hay. Ahora ya lo sabes. Puedes tomar la decisión que
quieras.
III
Ya
no le importaba tanto lo que fuera a ocurrir en el hospital, o la solución que
fueran a darle, ya no iba a hacer nada.
Ramón Fernández de Guevara R
No hay comentarios:
Publicar un comentario