sábado, 18 de octubre de 2014

Encuentros

Carmen es una muchacha de veinticuatro años, que todas las mañanas coge el metro, el de la línea 5, para ir a su puesto de trabajo.
Le llama mucho la atención la gente que va leyendo libros físicos o electrónicos en el metro.
Una mañana se sentó al lado de una chica joven, estaba leyendo en un ebook. La muchacha estaba ensimismada, la curiosidad fue en aumento y le preguntó, - perdona que te moleste, ¿qué lees?, la chica amablemente le contestó: -Cisnes Salvajes, respondió, - ¿de quién es?, le dijo, - Es de Jung Chang, trata de tres mujeres, abuela, madre e hija, luchan por sobrevivir en una China sometidas a violentas guerras. El libro es muy interesante, narra las biografías de la familia y lo mal que lo pasaron.
Carmen le dio las gracias por su explicación, se apresuró diciéndole, que a ella también le encantaba la lectura, era una manera de viajar y conocer la cultura de otros países.
Entre ellas dos fluía un ambiente agradable de dos personas que acababan de conocerse con palabras de camaradería. Se dieron los nombres y se despidieron amigablemente.
Carmen se bajó en Joaquín-Sorolla.
Al día siguiente, cogió como de costumbre el metro de las 8:30 h, ese día el tren iba medio vacío, se sentó al lado de un hombre de mediana edad, Carmen sacó de su bolso un libro pequeño y comenzó a leer. El señor de al lado le preguntó, - ¡Ah!, qué gratos recuerdos me trae a la memoria el libro que estás leyendo. El señor inmediatamente se percató de la portada del libro, preguntó , - ¿ El Principito, verdad? Prosiguió, - Es una novela corta, escrita e ilustrada en 1943 por un aviador francés, llamado Antoine de Saint – Exupèry. Es un clásico de la literatura infantil, llega al corazón tanto de niños como de adultos. Es un pequeño gran libro, en él explica las diez enseñanzas, son valores para el hombre, frente a la vida, - concluyó el señor. Carmen le contestó, - Se nota que le gusta la enseñanza, y éste libro está muy documentado. El hombre hizo una mueca de complacencia,   sonrió y añadió: - La literatura es el arte en el cual, el instrumento utilizado son las palabras leídas o escritas de obras maestras, por eso la lectura enriquece tanto a la persona, nunca dejes de leer, a continuación añadió : - Soy profesor de educación secundaria y toda la vida la he dedicado a la enseñanza, hay libros que se quedan marcados en la memoria para toda la vida y no sólo eso, sino definen como persona e imprimen carácter, bueno, continuó, - me tengo que bajar en la próxima parada, encantado de conocerte, sería estupendo coincidir contigo, adiós.
Se bajó apresuradamente. Se quedó muy pensativa, la coincidencia de este profesor en el metro tan amable, se había quedado pasmada, no sabía cómo reaccionar.
Esa mañana había sido para ella, muy aleccionadora. A partir de ese día, elegiría mejor sus lecturas.
Era grato recordar, como las casualidades de la vida, a veces, eran propicias, por los libros había conocido a dos personas que le habían hecho mella en su vida, eran maravillosas, simpáticas y agradables.
Al día siguiente, Carmen, con las prisas no cogió ningún libro, el tiempo se le echó encima. Corrió hacia la estación, y menos mal que el primer metro que llegó, era el de ella, pensó – Por los pelos lo he cogido -. Ese día el vagón iba lleno, se agarró de la barra de hierro, al lado de la puerta. Se percató de un asiento libre, al lado de una señora octogenaria con un libro entre las manos, ésta ni parpadeaba del placer de la lectura.
Carmen, le embargaba la curiosidad, poco a poco, conforme sucedían las estaciones, la gente se iba bajando, más que las que subían, ella, poco a poco se fue acercando a la señora y le preguntó: - Perdone, la estaba observando, tiene que ser una lectura muy interesante. Pues sí, -contestó la señora, estoy leyendo  “La Sonrisa Etrusca “, De José Luís Sampedro, una novela que desde el principio te engancha y no puedes dejar de leer.
Entonces, ¿me la recomienda?, - dijo Carmen: Por supuesto, te encantará su autor. Es una novela muy tierna.
Así, estuvieron hablando cinco minutos más. Le aconsejó la señora que a ella, la lectura le había hecho de terapia en algunas ocasiones, ya que su vida no había sido un camino de rosas. Lo había pasado mal, la vida fue injusta con ella, pero gracias a la lectura, se evadía de sus problemas, en los momentos aciagos.
Fue una conversación muy fructífera para Carmen y aleccionadora.
Era viernes, aquella mañana de noviembre, hacía mucho frío, arreciaba todo lo que tocaba.
Carmen muy abrigada salió de su casa para la estación. Ya iba pensando, ¿ a quién se encontraría hoy? Ya que los encuentros con esas personas lectoras, le habían hecho bien.
Entró en el vagón y miró alrededor por ver si alguien leía, de repente, se sentó a su lado una chica con una carpeta llena de apuntes, del bolso se sacó un ebook y se puso a leer. Carmen enseguida le preguntó: - Yo tengo un ebook igual, ¿qué lees? La muchacha le respondió: - La Regenta, de Leopoldo Alas Clarín. Carmen prosiguió: - Te he visto tan cargada de apuntes, que creo que estás estudiando -, pues sí, contestó la chica: -Soy estudiante de Filosofía y nos han mandado este libro para leerlo este trimestre, por eso lo leo cuando puedo, a ratos. Y ¿de qué va?, continuó Carmen, - Pues veras, prosiguió la estudiante: - La Regenta es un fresco de la Restauración. Clarín crea en su novela un microcosmos. Vetusta es una ciudad imaginaria, por el que desfilan ciento cincuenta personajes, deja ver sus entresijos. No es una novela histórica, aunque el ambiente de la Restauración sea el marco preciso en el que se desarrolla la historia de la protagonista, Ana Ozores. La Regenta es sobre todo una novela psicológica, cuyos personajes tanto principales como secundarios, desnudan su alma no sólo entre el lector sino ante sí mismos.
Carmen, se quedó perpleja del comentario tan exhaustivo que acababa de decirle, y le dijo:- Ya veo que te lo estás preparando bien, enhorabuena, - añadió Carmen.
Las dos muchachas simpatizaron mucho en el vagón, se dieron los teléfonos y quedaron para otro día tomar un café.
Carmen había llegado a la conclusión, que si la gente leía en el transporte público, era porque le gustaba leer, y también porque era imprescindible hacerlo, siempre había tiempo suelto durante el día para poder aprovecharlo. Había una necesidad imperiosa de conocimiento, entretenimiento y evasión, dado los tiempos que corrían de depresión económica y desempleo.
Los días sucedían muy deprisa, y ella continuaba observando a la gente que leía en el metro. Tenía curiosidad por saber los gustos de las personas en la lectura y de qué temas se leían más.
Una tarde, Carmen salió del trabajo y se fue a casa, allí la estaban esperando dos amigas de ella, Tere y Carla, cuando las vio, Carmen les preguntó: - ¿Pero qué hacéis aquí? ¿Por qué venís sin avisar por teléfono? ¿cómo se os ocurre? Imaginaros que no hubiera estado, hubierais perdido el tiempo, pero bueno, ¿cuál es el motivo de vuestra visita? Tere la más habladora, argumentó: - Pues verás, Carmen, hemos venido de sorpresa a hablar contigo. Sabemos que te gusta mucho la lectura y que tienes una biblioteca bastante extensa, a nosotras nos ha surgido un viaje a Galicia, y nos gustaría que nos prestaras dos libros para el viaje, nos vamos en autobús y queremos que el desplazamiento sea lo más placentero posible. Carmen sonrío, diciendo: - No os preocupéis, conozco vuestros gustos y os voy a prestar dos libros, que seguro os van a encantar. Carmen se dirigió a una salita de estar donde se encontraba su biblioteca, estuvo unos minutos buscando a conciencia dos libros, por fin, los encontró y se encaminó hacia sus amigas, diciéndoles: - Mirad, uno es Fortunata y Jacinta, es una novela escrita en el siglo XIX por Benito Pérez Galdós, es la mejor novela de su autor y junto a La Regenta de Leopoldo Alas Clarín, una de las más populares y representativas del Realismo literario español. Refleja el momento en que la burguesía asumía el control político y social de la nación, al tiempo que Madrid, protagonista indiscutible, adquiría el perfil de una urbe moderna. Su autor, recoge aquí el palpitar de una época, dando lugar a una de las novelas más conmovedoras de la historia de la literatura española. Creo que te encantará, - prosiguió Carmen. Y para ti, Carla, tengo otra novela, también del siglo XIX fabulosa, es Madame Bobary, escrita por Gustave Flauvert, es una de las obras maestras de la literatura francesa, está encuadrada también en la escuela realista, tiene una esmerada perfección de su estilo.
Sé, que sois muy románticas y estos libros os agradaran y cuando volváis, ya me contaréis si os han gustado, ¿vale?
Las dos amigas muy complacientes se despidieron de ella, sabían que Carmen tenía un gusto exquisito para los libros, seguro que les habría recomendado bien.
Carmen estaba muy contenta de sus “encuentros” en el vagón con personas lectoras, y así, podría ampliar mejor su biblioteca.


                                                                                                   Carmen Márquez

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