CARTA DIXIT

REUNIÓN VECINAL

-Toc, toc. Madera contra madera. Dos segundos de silencio y los violines y violas silbaron serpentinas de color verde. Sus argumentos fueron poco convincentes. Al momento, clarinetes, fagots y flautas no estuvieron de acuerdo. Los clarinetes llevaban sus razones, burbujas azul celeste intentaron acallar a los violines. Persistieron durante varios compases y se les unieron los fagots y las flautas, los primeros lanzaron burbujas azul índigo, pobrecitas, todas ellas igualitas y regordetas; las segundas, con mucha dulzura en su expresión, emitieron burbujitas moradas que siguieron a las demás. Pronto, las serpentinas abandonaron el espacio. Entró en escena el piano, hoy estaba particularmente brillante, su esmoquin relucía muy elegante. Su porte avisaba a los asistentes de su intención, como ya había ocurrido en otras reuniones; hoy el piano tendría mucho peso. Todos callaron, las burbujas abandonaron el espacio. El piano habló, soltó un grupo de innumerables rectángulos de color naranja, todos seguidos, que formaron figuras geométricas en el aire desapareciendo poco a poco por el costado derecho de la sala. Quedó claro que encadenaba una variedad de ideas muy interesantes. Se hizo dueño de la estancia; el resto callaba y escuchaba. Tan solo un celo le hablaba por lo bajo a los violines y violas; cosa que se hizo notar y que no sentó nada bien a los clarinetes, la flautas y los fagots, los cuales querían escuchar al piano con atención. Muchos compases después el piano terminó su sermón. Inmediatamente todos dieron sus opiniones al mismo tiempo respecto a lo que habían oído del piano. La discusión duró unos minutos hasta que apareció el timbal con sus patas largas. Dio unos pasos marciales y pum-pum, pum-pum con redoble final. Todos los instrumentos callaron. Serpentinas, burbujas y rectángulos desaparecieron. Sólo el celo continuó quejándose unos segundos. Luego, el silencio.

-¿Eso fue todo?

-Sí.

-Muy bien. Cuélgalo en el tablón para que lo pueda ver el resto del grupo.