lunes, 13 de enero de 2014

Ejercicio 3; Punto de tensión


Ejercicio 3 : Punto de tensión.



̶  Bueno, está bien, si no quieres salir esta noche, no salgas, pero no vas a conseguir que por pena, nos quedemos todos en casa.

̶  No pretendo que os quedéis, yo  solo digo que llevo unos cuantos días con un cierto malestar y que no me apetece pasar la noche haciendo el gamba por ahí.

̶  ¡Ah, por cierto! Con respecto a ese tema, tenemos que hablar, en serio. Si uno lleva una semana entera con malestar, va al médico, porque es evidente que el problema no está remitiendo y, aunque no te sepas expresar bien en alemán ¡mejor ir al médico que no hacer nada!

̶  ¡Ay, no me agobies! El lunes, si la cosa no mejora,  iré al médico.


Y así quedamos, el lunes iría al médico, ya me encargaría yo de que no hubiera ninguna excusa.


Pero la hubo.


Tres horas de fiesta fueron suficientes para darnos cuenta de que las expectativas  depositadas en ella no se habían cumplido y lo que era peor, no se iban a cumplir, así que iniciamos la retirada.


Al llegar a la residencia, en la sala común todavía había luz y la tele estaba encendida. 
Por lo general, alcanzado este punto, cada uno se va a su habitación, cansado, borracho o las dos cosas, pero aquella noche algo nos empujó hacia la luz. Era Víctor, estaba sentado en el sofá, con la mirada perdida en algún sitio muy lejos de allí y la tez blanca y cérea como nunca antes se la vi.


Había encontrado la excusa perfecta. El apéndice le había estallado en mitad de esas tres aciagas horas, terminando con él y con sus miedos por no saber expresarse correctamente en alemán.


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