miércoles, 24 de abril de 2013

Las ciudades y la perfección

Una suave fragancia floral te recibe al entrar en Sara. Paseando por sus calles no recordarás tus muchos compromisos u obligaciones. Sin prisas, ausente de precipitación te verás obligado a perderte por cada uno de sus rincones. Sus engalanadas vías de norte a sur y de sus paisajes de la costa a la montaña te parecerán tan increíbles que dudarás si es un sueño o el nirvana hecho realidad. Las nubes nunca tapan el sol, las tormentas son conceptos que no existen en los alrededores de Sara. El aire transmite un perfume que te obligará a cerrar los ojos, alzar la cara y respirar tan profundamente que el tiempo desaparecerá de tu conciencia.
Sólo unos pocos llegan a Sara porque únicamente los más intrépidos deciden arriesgarse en ese camino. Saben que una vez que entren por sus puertas jamás podrán salir de allí. Recordarán el camino de vuelta pero no hallarán la puerta de salida porque nunca la buscarán. En su cabeza resonarán ciudades, imaginaran otras mejores, incluso por un momento se desconectarán de esa perfecta realidad, pero nunca abandonaran Sara. Si lo hacen, toda la ciudad desaparecerá y con ella la perfección,  la belleza y ellos mismos.


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