Las ciudades y los trueques 6.
Dos sensaciones contrarias te
embargarán si algún día llegas a visitar Átropos. La de reconocimiento y la de
desconcierto. Las mismas calles estrechas, las mismas fachadas de estilo
clásico y la misma gente que has encontrado en tus viajes saldrán a tu
encuentro mientras recorres la ciudad. En cambio, el aire parece distinto, más
denso, tal vez asfixiante. Las miradas de sus habitantes te parecerán extrañas,
las alegres lo serán en exceso hasta derivar en la locura y las abatidas serán
negros pozos de autocompasión.
Mientras avanzas por la única
entrada de la ciudad situada en el este hasta su única salida en el oeste todos
los caminos te llevarán al Mercado Central, donde se comercia con las mejores
sedas, las mejores especias y todos los lujos que pueden provenir de este
mundo, te parecerá igual a todos los mercados que hay en todas tus ciudades
hasta que gires la cabeza y te fijes en la extraña balanza
que se encuentra en el centro. La balanza de tamaño desmesurado puede estar
lacada en oro o realmente ser de oro puro pues nadie se acerca a investigarlo.
La gente se mantiene lo más apartada de ella y la mira con reverencia y temor a
partes iguales. Tan solo tres personas se acercan de la balanza, una mujer que
maneja con precisión unos mecanismos en el centro y dos hombres sentados en los
platos. Uno de ellos, andrajoso y con postura triste y el otro finamente
vestido y con el pecho henchido de emoción.
Cuando se levanten verás como el
rico paga al pobre y este marcha con la misma mirada abatida que has visto en
toda la gente de la ciudad. El rico en cambio lo hará con la postura de los que
saben que el destino les depara grandes cosas.
Seguirás en tu trayecto sin
entender nada de lo acaba de ocurrir y marcharás por la salida del oeste. Continuarás
con tus viajes y olvidaras Átropos y su curiosa balanza hasta que en una
taberna de alguna ciudad lejana alguien te hablara de una ciudad fantástica,
donde una de las moiras ofrece comerciar con el destino, donde la gente pobre
con un destino feliz lo vende a los ricos de futuro desdichado. Átropos, entonces,
vendrá a tu memoria. Átropos la ciudad donde se comercia con las mejores sedas,
las mejores especias y todos los lujos que puedan provenir a este mundo,
Átropos la ciudad donde se comercia con el destino.
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