miércoles, 17 de abril de 2013


ETERNA – Ciudad 51                                                          PILAR FOLGADO PEÑA

Encontrar Eterna puede llevarte toda la vida. No hay mapas, ni carreteras, ni caminos  que lleguen a ella.

Ella sale a tu encuentro, deja que la descubras. Ella decide. Ella elige sus habitantes. Sólo pueden quedarse  si da su consentimiento, sólo entonces podrás transitar sus calles.

El único requisito, un viaje interior, un viaje  hacia el interior de tu mente. Aceptar tus circunstancias y límites te lleva al éxito. Tienes que adentrarte en silencio y respeto intentando que ninguna idea exterior desvíe tu atención. Permanecer en quietud y esperar a que ella contacte contigo. .

No se accede  a sus muros sin antes haber experimentado todas las clases de amor y  las tristezas del desamor. Las alegrías del éxito y el vértigo del fracaso. La satisfacción de las riquezas y la humildad de la pobreza. La energía de la Salud y el dolor de la enfermedad. La espontaneidad de la niñez y la precaución de la madurez. La ilusión de los sueños y la amargura de sus despertares.

La entrada a la ciudad es selectiva. Decides adentrarte en ella cuando estás preparado. Entonces abre las puertas de sus altos muros blancos de par en par. Y un aire festivo llega a tus oídos alegrando tu corazón. Ella te va guiando, el camino se va configurando bajo tus pies hasta detenerse en la morada que Eterna ha seleccionado para ti. Las paredes de las viviendas, de mármol blanco transparente se disipan como humo. Tu cobijo será acogedor y confortable sin embargo sus lindes serán etéreos e inmateriales, te contendrán sin ser contenido.

No necesitas de mercaderías ni de energías, todo emana de ella misma. Escaso alimento material, inmenso alimento espiritual. Su energía es intensa, infinita, vibra, fluye, te traspasa, te atrapa, y te impulsa hacia otros retos.

 Sus vistas son luminosas, cristalinas,  pulsantes como corazón rítmico que brota del centro de sus calles e te invita  a deambular por ellas.

Desde sus tejados bañados por una calidez amable y constante,  se divisa la rudeza de la oscuridad de los territorios que la rodean, donde el paisaje cambiante está sujeto al ritmo que marcan las estaciones y los deseos que implican sufrimientos.

Su arquitectura indefinida resulta del maridaje entre formas primarias, orgánicas, y estructuras altas, rectilíneas y cristalinas que reflejan toda la luz circundante en haces brillantes que se elevan perdiéndose en el cielo, perforándolo.

En  Eterna todos sus habitantes son sabios y dan su justo valor al momento presente. De edades indeterminadas, pasean y deambulan felices, sin prisas y sin obligaciones. Entre ellos se establecen diálogos de armonía respeto y comprensión. Los niños, como en todos los lugares, ruidosos y alegres, transmiten sus risas cristalinas al aire que los devuelve como ecos interminables.

Si difícil es conseguir adentrarte en sus lindes, puedes abandonarla cuando quieras. Sólo necesitas encontrar, entender, y aceptar los motivos que te alejan de Eterna. 

Pero tras largos periodos de ausencia, volverán a despertarse las añoranzas de sus paisajes perdidos, de los latidos armoniosos de su espacio que te rodean como útero acogedor y protector. Una  vez  sentido el deseo de regreso nadie ni nada impedirá retenerte durante mucho tiempo.

Para  encontrar tan maravillosa ciudad has de crearte un espacio mental  íntimo, donde puedes retirarte tantas veces como quieras, un estudio, un refugio personal, libre de interferencias. En el interior de ése laboratorio podrás trasmutar todo lo desagradable  en su contrario, el odio en amor, el miedo en seguridad, el frio en calor, el dolor en placer, la enfermedad en salud. Es posible, solo se necesita voluntad porque todos los opuestos son sólo vibraciones diferentes del mismo impulso.

Y una vez aquietada tu mente, y controladas tus emociones, sólo entonces,  Eterna entenderá que le estás pidiendo su salva conducto. Y sólo entonces, poco a poco, día a día,  se adentrará en tu espacio.

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