ETERNA
– Ciudad 51 PILAR
FOLGADO PEÑA
Encontrar
Eterna puede llevarte toda la vida. No hay mapas, ni carreteras, ni caminos que lleguen a ella.
Ella
sale a tu encuentro, deja que la descubras. Ella decide. Ella elige sus
habitantes. Sólo pueden quedarse si da
su consentimiento, sólo entonces podrás transitar sus calles.
El
único requisito, un viaje interior, un viaje
hacia el interior de tu mente. Aceptar tus circunstancias y límites te
lleva al éxito. Tienes que adentrarte en silencio y respeto intentando que
ninguna idea exterior desvíe tu atención. Permanecer en quietud y esperar a que
ella contacte contigo. .
No
se accede a sus muros sin antes haber
experimentado todas las clases de amor y
las tristezas del desamor. Las alegrías del éxito y el vértigo del
fracaso. La satisfacción de las riquezas y la humildad de la pobreza. La
energía de la Salud y el dolor de la enfermedad. La espontaneidad de la niñez y
la precaución de la madurez. La ilusión de los sueños y la amargura de sus despertares.
La
entrada a la ciudad es selectiva. Decides adentrarte en ella cuando estás
preparado. Entonces abre las puertas de sus altos muros blancos de par en par.
Y un aire festivo llega a tus oídos alegrando tu corazón. Ella te va guiando,
el camino se va configurando bajo tus pies hasta detenerse en la morada que
Eterna ha seleccionado para ti. Las paredes de las viviendas, de mármol blanco transparente
se disipan como humo. Tu cobijo será acogedor y confortable sin embargo sus lindes
serán etéreos e inmateriales, te contendrán sin ser contenido.
No
necesitas de mercaderías ni de energías, todo emana de ella misma. Escaso
alimento material, inmenso alimento espiritual. Su energía es intensa,
infinita, vibra, fluye, te traspasa, te atrapa, y te impulsa hacia otros retos.
Sus vistas son luminosas, cristalinas, pulsantes como corazón rítmico que brota del
centro de sus calles e te invita a
deambular por ellas.
Desde
sus tejados bañados por una calidez amable y constante, se divisa la rudeza de la oscuridad de los
territorios que la rodean, donde el paisaje cambiante está sujeto al ritmo que
marcan las estaciones y los deseos que implican sufrimientos.
Su
arquitectura indefinida resulta del maridaje entre formas primarias, orgánicas,
y estructuras altas, rectilíneas y cristalinas que reflejan toda la luz
circundante en haces brillantes que se elevan perdiéndose en el cielo,
perforándolo.
En Eterna todos sus habitantes son sabios y dan
su justo valor al momento presente. De edades indeterminadas, pasean y
deambulan felices, sin prisas y sin obligaciones. Entre ellos se establecen
diálogos de armonía respeto y comprensión. Los niños, como en todos los
lugares, ruidosos y alegres, transmiten sus risas cristalinas al aire que los
devuelve como ecos interminables.
Si
difícil es conseguir adentrarte en sus lindes, puedes abandonarla cuando
quieras. Sólo necesitas encontrar, entender, y aceptar los motivos que te
alejan de Eterna.
Pero
tras largos periodos de ausencia, volverán a despertarse las añoranzas de sus
paisajes perdidos, de los latidos armoniosos de su espacio que te rodean como
útero acogedor y protector. Una vez sentido el deseo de regreso nadie ni nada impedirá
retenerte durante mucho tiempo.
Para
encontrar tan maravillosa ciudad has de crearte
un espacio mental íntimo, donde puedes
retirarte tantas veces como quieras, un estudio, un refugio personal, libre de
interferencias. En el interior de ése laboratorio podrás trasmutar todo lo
desagradable en su contrario, el odio en
amor, el miedo en seguridad, el frio en calor, el dolor en placer, la
enfermedad en salud. Es posible, solo se necesita voluntad porque todos los
opuestos son sólo vibraciones diferentes del mismo impulso.
Y
una vez aquietada tu mente, y controladas tus emociones, sólo entonces, Eterna entenderá que le estás pidiendo su
salva conducto. Y sólo entonces, poco a poco, día a día, se adentrará en tu espacio.
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