viernes, 6 de noviembre de 2015

La historia Perfecta



Señoras, señores, lectores, críticos de reconocido prestigio, siento comunicarles que la historia perfecta ya está escrita. Aquí les dejo el enlace:


Por si las nuevas tecnologías no fueran lo suyo, también les muestro una foto de este extraordinario relato:



Obviamente el cuento es mío.
Ya habrán despotricado y concluido que no es la historia perfecta, pero yo les voy a explicar su equivocación.
Una mañana de Mayo, mi móvil sonó y tras preguntarme si era Miguel Valero Sanz, me informaron que mi relato era el ganador del II Premio de microcuentos de ….(Entidad oficial que no voy a nombrar). Sólo indicarles que si las malas lenguas literarias hablan de Premios mayores o menores, este se podrían encuadrar de nanoscópico. No les voy a describir la sensación obtenida tras la noticia pero imagínensela y multiplíquenla por dos ya que no conocía  a nadie del jurado. Con esto pensarán que la perfección es un sentimiento de megalomanía porque a mí me hizo feliz, pero ahí no queda la cosa. Casi cincuenta personas aplaudieron a rabiar (es mi versión, lo siento) la lectura pública que yo, como ganador tuve que realizar. Mis camaradas disfrutaron de 60 € en cervezas (tres quintos 1 € dan para mucho) que fue la recompensa por mi victoria. Y sí, a ustedes también les hizo felices y cambió sus vidas. ¿Cómo? El Señor Montoro me reclamó 20 € en mi declaración de Hacienda, los cuales, aunque ínfimamente (igual que lo era el micropremio) se usaron para esas autopistas, pensiones, subsidios, subvenciones a ONGs y algún que otro bolsillo de  político corrupto, que todos nosotros disfrutamos, damos uso, o sufrimos. Por lo tanto y al igual que un capítulo del Equipo A, los planes salieron bien. Ganaron los buenos, no sufrió nadie y todos obtuvieron algo positivo de mi relato. Incluso me quedé con los derechos de autor. Perfecto…

Todavía hoy “La máquina perfecta” no lo es. La habré modificado unas diecisiete veces y creo que queda algún fleco que reparar. Como el cuento transmite, quizá la perfección es una aberración, alcanzarla es llegar a la autodestrucción y se debe evitar. Por ello marquémonos un objetivo plausible, La historia “casi” perfecta.

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