jueves, 5 de noviembre de 2015

HISTORIA PERFECTA

Es una muchacha vacía; es lo que todo el mundo pensaba de Adela. No era su forma de hablar, ni su inexpresividad, sino sus ojos fríos de estrella caída.

La dama era consciente, muy consciente de sus carencias, y por ello se convirtió en una hambrienta de la literatura. Porque de pequeña era lo único que había conseguido que llorara de alegría.

Empezó poco a poco, primero en sus ratos libres y luego mientras comía. Después empezó a dejar de dormir para poder leer.  Hasta que acabó dedicándole diecinueve horas al día.

Intentaba encontrar entre las páginas, entre las palabras, puntos o comas, algún ser mágico como en La ciudad al final del tiempo de Greg Bear que la despertara de su condición de reptil. Pero nada, después de haberse leído todas las grandes obras; como Los miserables de Víctor Hugo, La metamorfosis de Kafka, después de haber probado el sabor de Shakespeare,  Alejandra Pizarnik, Lawrence Watt-Evans y muchos otros autores, seguía en busca de la historia perfecta.

Un viernes a medianoche, mientras cenaba un relato de H.P Lovecraft, notó unos piececitos detrás de ella y una mirada inquieta.

-       Daniel qué haces despierto a estas horas, vete a la cama – sentenció con tono monótono.
-    Mami, no puedo dormir, he tenido una pesadilla – mintió su hijo de apenas cinco años – déjame quedarme contigo hasta que se me pase el miedo.
-      – No, vuelve a la habitación – tajante.
-      –¿Qué estas leyendo? – parecía que no se iba a dar por vencido muy fácilmente.
-      – El que susurra en la oscuridad, no es para ti, es de mayores.
-   – ¿Por qué te gusta tanto leer mamá? – una pregunta inesperada. Era una mezcla de curiosidad y tristeza.
-       En realidad no me gusta mucho, es solo que intento encontrar la historia perfecta. – ya no era un tono punzante.
-      – ¿Qué es una historia perfecta?
-      – No estoy segura, cuando la encuentre lo sabré. Pero creo que será tan maravillosa que me devolverá el corazón.
-       – ¿Y cuando la tengas volverás a jugar conmigo como antes? – suplicó.
-       – Claro cariño. Cuando la tenga.
-       – Entonces yo te daré esa historia mami, te la daré para que podamos jugar juntos.
-       – Bueno, inténtalo, pero cuando termines a la cama.

Ni siquiera se le pasó por la cabeza que un niño pequeño pudiera conseguir lo que en todo este tiempo no había logrado.

Pero la criatura comenzó a hablar, y Adela vio como la luz que entraba por la ventana le arrancaba de los ojos un inusual resplandor. De pronto se encontró a si misma embrujada por el brillo de su mirada, embobada por como se reflejaba en su sonrisa cada una de las misteriosas criaturas, como viajaba a la frondosa selva y sufría, y reía, y vivía con tanta emoción y realismo cada una de las increíbles y disparatadas aventuras que estaba creando, que le abrazó, le besó muy fuerte en la mejilla y le susurró al oído:


- Sí, esta es la historia perfecta.

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