Aquí se refiere el extracto final
de la conferencia que el profesor Douglas Tilton ofreció en el acto de
inauguración del presente curso académico. Aunque en los carteles su
participación se anunciaba bajo el título “El significado de narrar (2ª
parte)”, un sector de la audiencia palideció cuando el profesor hizo chirriar
la tiza contra la pizarra al escribir “Fe en la Boñiga”.
« […] Y por eso propongo que todo
ello se encierra en este detalle aparentemente insustancial. De la misma manera
fijénse en el siguiente pasaje: “¡Hay que ver lo bien que huele esta boñiga!
Acércate, no me vengas con remilgos. ¿Qué te parece? ¿No te recuerda al
espliego del valle?” El autor que escribió estas líneas trataba de decirnos
algo. Se trata de una imagen potente. Una imagen que encierra un llamamiento…
tal vez un consejo. Desde mi punto de vista la boñiga, como la literatura con
mayúsculas, está hecha para unos pocos. El autor quiere desconcertarnos. ¿Cómo
va a oler bien una boñiga? Aunque al
mismo tiempo, ¿por qué no podría hacerlo? Conseguir ese punto de sorpresa y
extrañamiento puede ser el camino para atraer al lector hacia lo que el autor
pretende comunicar, una especie de tela de araña donde, una vez atrapado, áquel
no pueda dejar de enredarse. Ese, y no otro, es el motivo de que el autor nos increpe
“acércate”; no me negarán que bien puede entenderse como acabo de referir.
Además, el llamamiento es para que el lector se acerque “sin remilgos”, es
decir, dispuesto a enfrentarse a cualquier cosa. Y una vez bien cerca, con la
nariz casi tocando la boñiga, se nos pregunta que qué nos parece; se nos pide
que analicemos lo que se levanta delante de nuestros ojos… por nauseabundo que
sea. Ah, pero ¿qué me dicen de la última frase?, esa que nos introduce en un
lugar placentero, en un valle, donde imaginamos un tapiz de espliego cubriendo
la tierra, manando un aroma dulce y agradable. ¿Lo ven? Lo que parecía ser un
mero excremento resulta que encierra más de lo que esperábamos. Por eso, repito
que la boñiga, como la literatura con mayúsculas, está hecha para unos pocos; para
esos hombres-mosca que se atreven a posarse sobre la inmundicia y son capaces
de deleitarse con ella. La recorren, la chupan, la digieren y luego vuelan a
sus casas-nido donde la regurgitan ante otros hombres-mosca. El amor por el
detalle, la verdad de lo cotidiano, sin tamices ni tomaduras de pelo, ¡abajo
los perfumes!, y el humor hasta en el peor de los casos. La realidad tan cruda
como uno pueda tolerar. Apenas vuelta y vuelta, así les gusta a los
hombres-mosca, jugosa, todavía con sangre manando de sus fibras, puesto que
ellos comprenden que se trata de sus
mismas fibras y que su sangre, como la de un bisté, corre por el plato por
alguna razón. Corre para que cuenten, para que corran a contar, para que
cuenten corriendo. Esta es la misión de esa especie, de esos hombres y mujeres-mosca
a que aspiro que lleguen a conventirse durante este curso. Hombres y
mujeres-mosca a los que les guste posarse un ratito cada día sobre una boñiga.
Muchas gracias».
Os dejo el txt de Ernest Peris
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