jueves, 3 de marzo de 2016

LEY DE VIDA


“las cosas pudieron haber sucedido de cualquier otra manera y,
   sin embargo, sucedieron así “  Miguel Delibes.                                                 

 septiembre 1976

Yo leía bajo un camelio en flor, un camelio de flores blancas cuando alguien llamó fuertemente a la puerta. Era un vecino.
Junto a mi madre estábamos mi hermana y yo,descalzas. Me pareció como si mil hormigas me subieran por los pies hasta la garganta.

- ¡No, no puede ser!  grito mi madre.

- Si, Ana, es él. Estaba flotando en el agua, boca abajo, acaba de llegar la cruz roja del mar , lo encontré a  un km de aquí, boca abajo como te he dicho, por lo que al principio pensé en alguien que buceaba, pero tan cerca de la orilla me extrañó, al acercarme, aterrorizado descubrí que era Jacó, vuestro inquilino. Ha llegado la policía prosiguió Juan. Su mujer no estaba, no sabrá nada todavía, debes ir a avisarla, yo no hablo francés y además ella tiene más confianza contigo.

Entramos en casa, nos sentamos para beber un poco de agua. No lo comprendía por más que golpeara el suelo con mis pies. Vi a mi hermana pálida de pronto. Sentía el hormigueo en las manos y un frio pegajoso, estrecho que como un velo invadía la casa como una caricia horrible.

Mi madre buscaba por teléfono un médico para que la acompañara a casa de Fernanda.
Nosotras no habíamos hablado, tal vez solo habíamos gritado hacia adentro sin casi movernos y sin que tal vez ni una gota de aire hubiera entrado en nuestros pulmones todavía. Tampoco teníamos fuerza para preguntarnos qué había pasado, Jacó existía para nosotras y yo no sabía si eso era sinónimo de vida.
No habíamos apagado la radio siquiera y seguía sonando Let it be .

Yo leía bajo un camelio en flor a la hora de la siesta mientras los pájaros se quedaban al viento en las ramas de algunos árboles.

Mientras , en Vietnam, la guerra dejaba miles de muertos y heridos y los que sobrevivían se enfrentaban a la emigración.
y en la India el ciclón Bhola provocaba la muerte de 500.000 personas



En realidad, esta historia, como todas, había comenzado mucho tiempo atrás en un lugar muy lejano,por eso es extraordinaria.

Todo comenzó en Noruega y el rey Olaf II de Noruega tenía una sobrina, hija de su hermano Theodor que se casó con un abogado de Luxenburgo, se instalaron en la capital de este pequeño y llano país, aunque siempre mantuvieron una estrecha relación con Noruega. Menos uno de sus hijos que no quería o no le gustaba nada la vida de la aristocracia y al que tuvieron por la oveja negra. Se llamaba Jaques, alto , fuerte, robusto, deportista, un lobo de mar. Jaques trabajaba como directivo de la empresa Ford que por aquellos años planeaba instalarse en Valencia y tal vez tuvo algo que ver. Allí conoció a Fernanda, una delgada, dulce y pequeña chica belga. Ella era de origen humilde y una de las razones por las que la familia de Jaques dejó de hablarle.

Yo leia bajo un camelio en flor “Cien años de Soledad” De G.M. 

Cuando recordé la historia que me había contado muchas veces mi madre,
en septiembre de 1928 más o menos, tal vez más que menos, y con un sol como el de hoy, Rosamari, la segunda hermana de mi abuela Luisa Domenech viajó a Rabat para visitar a su hermano mayor, allí en ese país lejano, se enamoró, como no podía ser de otra manera y se quedó a vivir. Era una bella y sonriente mujer. Unos pocos años después nació su hija Cecilia a la que cariñosamente llamaron Sissy. Sissy creció y también se enamoró y se casó con Christian que era franco-alemán. Mi madre siempre me había contado que trabajó con la resistencia francesa como espía de la guerra secreta, con el PCF y que estuvo encarcelado en Marruecos pero De Gaulle lo llevó a Paris donde vivieron. Yo siempre pensé que trabajaba en el cine y que era Burt Lancaster.

De pronto un frio que venía del agua me mordió.

¡ Es muy triste! Mi madre tenía una habilidad particular para subrayar lo obvio. La vi muy nerviosa.

El frio permanecía en las palmas de las manos, en cambio los colores cambiaban las sombras que se movían con el poco viento y el sonido de las cosas, las ramas, mi pelo, los pasos, algunas palabras menos la palabra justa y comprensiva del mar, que no podía encontrar o que se me escapaba como si fuese una racha de viento o una ola.

Allá abajo, seguía , bajo una luz omnipresente, el náufrago, allí dentro del mar, el cuerpo y el agua pura como sangre cristalina , densa, espesa y salada como mercurio.
Me entró un pavor místico..

Mi madre con el médico bajaron a la playa,con la esperanza de encontrarle vivo. Mi madre era así. La noche anterior habíamos cenado todos juntos y estaba muy sano, repetía. Habían cenado en nuetra casa como despedida porque ellos marchaban por la mañana. Ya tenían todo listo, las maletas, el coche, el barco.

Ahora vamos a hablar con Fernanda, al llegar allí nada indicaba la tragedia, las olas golpeaban un poco las rocas , como siempre, en esas horas en que el sol abrasa, solo había silencio, una calma hermosa. Brillaba el mar y su luz de septiembre era la de todos los días. Nada hacía pensar que algo era distinto. El mismo calor, la misma brisa, el mismo mar. Allí estaba Fernanda escuchando música y esperando a Jacó. Guita , su perra dálmata la acaompaña. La hierba Luisa y las demás flores también están allí. Pero a Fernanda le extraña la visita porque ya nos habíamos despedido la noche anterior

- Jacó ha ido a la playa, dicé enseguida, pero tarda mucho, muchas horas.

Yo me he asomado dos veces a la playa pero no lo he visto. No se dónde ha ido, me dijo que solamente iba a tomar “le derniere bany”
-Mi madre la abrazó y le dijo que se sentara , que iba a preparar un té y que con ella había venido un médico y poco a poco le dio la peor noticia.

- No es posible, no es posible! Gritó  y corrió hacia la playa también.

Nosotras , mi hermana y yo nos quedamos en casa. Nos vino a la mente el dia que lo vimos por primera vez. Parecía el hombre más alto del mundo, llegaron con el barco remolcado por el coche y con su perra dálmata.
Jacó tenía una voz grave y Fernanda muy aguda.

Años atrás Jacó había conocido a mi tio Christian en París y tabajaron juntos y en secreto en el joven servicio francés de inteligencia. Mi tía Libertad siempre nos hablaba de esto. De esto y muchas cosas, porque le encantaba hablar y contarnos historias de Rabat.

Así llegaron hasta nuestra casa, a través de Christian que fue quien hablo con mi padre para alquilar la casa. Y allí pasaron muchos años, siempre en septiembre y con ellos descubrimos el mar más salvaje, buceando, haciendo esquí, surf, navegando porque él era el capitán. Su vida estaba en el agua, siempre estaba nadando y buceando. Nos reíamos mucho, los últimos años cenábamos y comíamos siempre todos juntos y Fernada cocinaba mejillones a la pimienta …
mi hermana y yo recordábamos esto fingiendo sentirnos bien a pesar de que Jacó ahora estaba muerto y no volveríamos a escuchar su risa, ni a navegar por mar por las noches, a pesar de que aquí todo sigue igual, el camelio estático a la hora de la siesta. Odio la siesta.

Pienso en no pensar. No es justo. Realmente no lo era, el mar no le protegió, su cuerpo era fuerte y grande y fuerte pero no lo protegió, tampoco su sonrisa le protegió. Yo me hacía pequeña, pequeña, muy pequeña.
Y mientras, los egipcios cruzaban el canal de Suez y los Sirios tomaban los Altos del Golan y  llegó Libertat, mi tia, con un descapotable rojo y unos pantalones pitillo, unas inmensas gafas de sol, con su acento francés, a pesar de llamarse Libertad Domenech y ser prima hermana de mi madre.

Era la hija del hermano mayor de mi abuela Luisa que también había vivido en Rabat. Ella le hacía honor a su nombre.
- a Jacó lo han asesinado! gritó.
Esa frase sonó como una espada dentro de mi.

Ella sabía muchas cosas de Jacó y Christian, porque había trabajado en el gobierno de 

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