“las cosas pudieron haber sucedido de cualquier otra manera y,
sin embargo, sucedieron así “ Miguel Delibes.
septiembre 1976
Yo leía bajo un camelio en flor, un camelio de flores blancas
cuando alguien llamó fuertemente a la puerta. Era un vecino.
Junto a mi madre
estábamos mi hermana y yo,descalzas. Me pareció como si mil hormigas me
subieran por los pies hasta la garganta.
- ¡No, no puede
ser! grito mi madre.
- Si, Ana, es él.
Estaba flotando en el agua, boca abajo, acaba de llegar la cruz roja del mar , lo
encontré a un km de aquí, boca abajo como te he dicho, por lo que al principio
pensé en alguien que buceaba, pero tan cerca de la orilla me extrañó, al
acercarme, aterrorizado descubrí que era Jacó, vuestro inquilino. Ha llegado la
policía prosiguió Juan. Su mujer no estaba, no sabrá nada todavía, debes ir a
avisarla, yo no hablo francés y además ella tiene más confianza contigo.
Entramos en casa, nos
sentamos para beber un poco de agua. No lo comprendía por más que golpeara el
suelo con mis pies. Vi a mi hermana pálida de pronto. Sentía el hormigueo en
las manos y un frio pegajoso, estrecho que como un velo invadía la casa como
una caricia horrible.
Mi madre buscaba por
teléfono un médico para que la acompañara a casa de Fernanda.
Nosotras no habíamos
hablado, tal vez solo habíamos gritado hacia adentro sin casi movernos y sin
que tal vez ni una gota de aire hubiera entrado en nuestros pulmones todavía.
Tampoco teníamos fuerza para preguntarnos qué había pasado, Jacó existía para
nosotras y yo no sabía si eso era sinónimo de vida.
No habíamos apagado
la radio siquiera y seguía sonando Let it be .
Yo leía bajo un camelio en flor a la hora de la siesta
mientras los pájaros se quedaban al viento en las ramas de algunos árboles.
Mientras , en Vietnam, la guerra dejaba miles de
muertos y heridos y los que sobrevivían se enfrentaban a la emigración.
y en la India el ciclón Bhola provocaba la muerte de
500.000 personas
En realidad, esta
historia, como todas, había comenzado mucho tiempo atrás en un lugar muy
lejano,por eso es extraordinaria.
Todo comenzó en
Noruega y el rey Olaf II de Noruega tenía una sobrina, hija de su hermano
Theodor que se casó con un abogado de Luxenburgo, se instalaron en la capital
de este pequeño y llano país, aunque siempre mantuvieron una estrecha relación
con Noruega. Menos uno de sus hijos que no quería o no le gustaba nada la vida
de la aristocracia y al que tuvieron por la oveja negra. Se llamaba Jaques,
alto , fuerte, robusto, deportista, un lobo de mar. Jaques trabajaba como
directivo de la empresa Ford que por aquellos años planeaba instalarse en
Valencia y tal vez tuvo algo que ver. Allí conoció a Fernanda, una delgada,
dulce y pequeña chica belga. Ella era de origen humilde y una de las razones
por las que la familia de Jaques dejó de hablarle.
Yo leia bajo un camelio en flor “Cien años de Soledad”
De G.M.
Cuando recordé la historia que me había
contado muchas veces mi madre,
en septiembre de 1928
más o menos, tal vez más que menos, y con un sol como el de hoy, Rosamari, la
segunda hermana de mi abuela Luisa Domenech viajó a Rabat para visitar a su
hermano mayor, allí en ese país lejano, se enamoró, como no podía ser de otra
manera y se quedó a vivir. Era una bella y sonriente mujer. Unos pocos años
después nació su hija Cecilia a la que cariñosamente llamaron Sissy. Sissy
creció y también se enamoró y se casó con Christian que era franco-alemán. Mi
madre siempre me había contado que trabajó con la resistencia francesa como
espía de la guerra secreta, con el PCF y que estuvo encarcelado en Marruecos pero
De Gaulle lo llevó a Paris donde vivieron. Yo siempre pensé que trabajaba en el
cine y que era Burt Lancaster.
De pronto un frio que
venía del agua me mordió.
¡ Es muy triste! Mi
madre tenía una habilidad particular para subrayar lo obvio. La vi muy nerviosa.
El frio permanecía en
las palmas de las manos, en cambio los colores cambiaban las sombras que se
movían con el poco viento y el sonido de las cosas, las ramas, mi pelo, los
pasos, algunas palabras menos la palabra justa y comprensiva del mar, que no
podía encontrar o que se me escapaba como si fuese una racha de viento o una
ola.
Allá abajo, seguía ,
bajo una luz omnipresente, el náufrago, allí dentro del mar, el cuerpo y el
agua pura como sangre cristalina , densa, espesa y salada como mercurio.
Me entró un pavor
místico..
Mi madre con el
médico bajaron a la playa,con la esperanza de encontrarle vivo. Mi madre era
así. La noche anterior habíamos cenado todos juntos y estaba muy sano, repetía.
Habían cenado en nuetra casa como despedida porque ellos marchaban por la
mañana. Ya tenían todo listo, las maletas, el coche, el barco.
Ahora vamos a hablar
con Fernanda, al llegar allí nada indicaba la tragedia, las olas golpeaban un
poco las rocas , como siempre, en esas horas en que el sol abrasa, solo había
silencio, una calma hermosa. Brillaba el mar y su luz de septiembre era la de
todos los días. Nada hacía pensar que algo era distinto. El mismo calor, la
misma brisa, el mismo mar. Allí estaba Fernanda escuchando música y esperando a
Jacó. Guita , su perra dálmata la acaompaña. La hierba Luisa y las demás flores
también están allí. Pero a Fernanda le extraña la visita porque ya nos habíamos
despedido la noche anterior
- Jacó ha ido a la
playa, dicé enseguida, pero tarda mucho, muchas horas.
Yo me he asomado dos
veces a la playa pero no lo he visto. No se dónde ha ido, me dijo que solamente
iba a tomar “le derniere bany”
-Mi madre la abrazó y
le dijo que se sentara , que iba a preparar un té y que con ella había venido
un médico y poco a poco le dio la peor noticia.
- No es posible, no
es posible! Gritó y corrió hacia la
playa también.
Nosotras , mi hermana
y yo nos quedamos en casa. Nos vino a la mente el dia que lo vimos por primera
vez. Parecía el hombre más alto del mundo, llegaron con el barco remolcado por
el coche y con su perra dálmata.
Jacó tenía una voz
grave y Fernanda muy aguda.
Años atrás Jacó había
conocido a mi tio Christian en París y tabajaron juntos y en secreto en el
joven servicio francés de inteligencia. Mi tía Libertad siempre nos hablaba de
esto. De esto y muchas cosas, porque le encantaba hablar y contarnos historias
de Rabat.
Así llegaron hasta
nuestra casa, a través de Christian que fue quien hablo con mi padre para
alquilar la casa. Y allí pasaron muchos años, siempre en septiembre y con ellos
descubrimos el mar más salvaje, buceando, haciendo esquí, surf, navegando
porque él era el capitán. Su vida estaba en el agua, siempre estaba nadando y
buceando. Nos reíamos mucho, los últimos años cenábamos y comíamos siempre
todos juntos y Fernada cocinaba mejillones a la pimienta …
…
mi hermana y yo
recordábamos esto fingiendo sentirnos bien a pesar de que Jacó ahora estaba
muerto y no volveríamos a escuchar su risa, ni a navegar por mar por las
noches, a pesar de que aquí todo sigue igual, el camelio estático a la hora de
la siesta. Odio la siesta.
Pienso en no pensar.
No es justo. Realmente no lo era, el mar no le protegió, su cuerpo era fuerte y
grande y fuerte pero no lo protegió, tampoco su sonrisa le protegió. Yo me
hacía pequeña, pequeña, muy pequeña.
Y mientras, los
egipcios cruzaban el canal de Suez y los Sirios tomaban los Altos del Golan y llegó Libertat, mi tia, con un descapotable
rojo y unos pantalones pitillo, unas inmensas gafas de sol, con su acento
francés, a pesar de llamarse Libertad Domenech y ser prima hermana de mi madre.
Era la hija del
hermano mayor de mi abuela Luisa que también había vivido en Rabat. Ella le
hacía honor a su nombre.
- a Jacó lo han
asesinado! gritó.
Esa frase sonó como
una espada dentro de mi.
Ella sabía muchas
cosas de Jacó y Christian, porque había trabajado en el gobierno de
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