jueves, 7 de enero de 2016

                                             RELATO

          Las trapisondas  de EME y CE

La vida de los protagonistas transcurre en Valencia, ciudad no excesivamente grande pero en la que cuentan con todo lo suficiente para su día a día. La pareja sin embargo no parece satisfecha, es inquieta y aspira a más.
Hace unos años iniciaron su vida en común, se casaron siendo  muy jóvenes y tienen tres hijos pequeños. Ambos son profesores de Educación Secundaria y su trabajo es estable con interrogantes sobre todo el de ella. En su relación diaria  compaginan sus actividades laborales y domesticas.
El gusanillo de tener una vida más segura les empieza a hostigar e incluso les roe y les perturba su responsabilidad. Ella, como madre de niños pequeños, teme quedarse en la calle sin trabajo.
Compaginar la maternidad y la vida laboral en aquel momento estaba reñido, era complicada su contratación para cualquier empresario e incluso para la Administración pública suponía un inconveniente grave la ocupación de un puesto de trabajo por una joven veinteañera o en edad fértil. Esta situación de rechazo no era solo por parte de los hombres, era más acusada incluso en las propias mujeres, en ocasiones más machistas que los propios varones.
Ce, totalmente  en desacuerdo con la situación de marginación que sufre ella y sus semejantes, comienza su renovación, su propia lucha hasta sentirse una mujer fuerte para enfrentarse a esta situación de desamparo.
Decidida intenta convencer a Eme para que tanto  él como ella  que ya habían padecido situaciones problemáticas por este motivo: “Nena no, haberlo pensado antes, hijos y trabajo no” (Frase dicha por la directora del centro) aborden la seguridad en el trabajo. Llegan a la conclusión de que ambos deben opositar para obtener una plaza fija y  un salario de por vida,  en el que esté resuelto su día a día y su año a año.
La pareja pese a la inquietud provocada por la inseguridad  de no tener un salario fijo y seguro disfruta de una vida en común grata. Su edad y el bienestar de sus vivencias les proporcionan cierta satisfacción. Solo la duda del mañana les provoca inquietud. Es en este momento cuando la mentalidad de los dos protagonistas se transforma.
La búsqueda de equilibrio les lleva a un deseo de cambio radical a partir de los treinta años.
Eme, se va trasmutando hasta encarnarse en un Jonathan Smith- protagonista de la serie: Autopista hasta el cielo- e intentara resolver todos los problemas que se les vayan presentando. Apretando a Ce y refugiándola en su pecho, con ardor, le manifiesta que cumplirá su tarea:
─ No sufras tendremos una vejez feliz tal como tú deseas.
¿Iban a conseguir  con el cambio mayor estabilidad a esa edad? ¿Era este  momento es más idóneo para involucrase y lanzarse por el tobogán vital? La duda les corroía.
 El viaje que iban a emprender y que los dos deseaban  les iba a llevar a un país enmarañado ideológicamente, posiblemente se trataba de… Ahí estaba la  incógnita.
Estas desconcertantes preguntas se las repetían una y otra vez los protagonistas pero ya no tenían remedio. La función había comenzado sin intermedio. No había vuelta atrás, le verticalidad les arrastraba, solo era posible iniciar la representación.
La aparición de un hombre gigantesco con un solo ojo  destapado en la frente y un parche de cuero tapándole el otro les aterró. Ambos tenían que desterrar el pánico para sentirse héroes y alcanzar el triunfo.
Cada actor en pie, colocado en su lugar exacto.
Por los laterales figuras sin caras y cuerpos desdibujados que poco a poco se convertirán en seres vivientes, en amigos, en conocidos, en espectros.
La pareja arremete contra los impedimentos y abre la puerta que da acceso a un nuevo escenario del que surgirán extraordinarias parejas, introvertidos y extravagantes compañeros, injustificables situaciones, cotidianas escenas con inesperados y sugerentes personajes como el de la “Lechera”.
Nunca más restablecerán su vida anterior. Han dado un paso hacia adelante y no pueden ni deben caer en el abismo aunque les espere el averno.
Eme,  parece   que  ha   conseguido    llegar  a  la    meta
propuesta. Uno de los dos se ha afianzado laboralmente pero… ambos se preguntan:
¿Qué precio hay que pagar por ello?
Sin duda una serie de trapisondas que no quiero adelantar, en su momento saldrán y las compartiremos a lo largo de la tragicomedia teatral.
PRIMER ACTO.-
Tiene lugar un una ciudad pequeña. Un contexto espacial, político- social, geográfico y climatológico diferente al de la anterior ciudad.
Allí les esperaba Tántalo, condenado a un duro castigo consistente en que, estando en un lago cuyas aguas le llegaban hasta el cuello, y los árboles llenos de frutas sobre su cabeza, cada vez que querían comer o beber descendían las aguas y se alejaban los frutales.
Redoble de tambores y chistus en lugar de la orquesta. Rojos pañuelos anudados al cuello. Jolgorio entreverado de miedo.
─ ¿Ce, qué hacemos aquí? ¿A qué hemos venido?
─ El miedo me tiene amordazada. ¿Allá a lo lejos no ves un cazador?
─ No, yo escucho de fondo un resueno multitudinario.
Me balbucea:
─ ¿Podremos salir con vida?
No me sale la voz, tengo la garganta agarrotada. Cala el silencio en nuestros cuerpos. Eolo sopla con fuerza.
Fuego en las carreteras, policías armados por doquier, miedo,  miedo, mucho miedo,
la multitud corre acosada por los pelotazos de goma, entre ellos alguna bomba.
La pareja agarrada de las manos:
─ Confundimos la dirección que nos debía conducir al paraíso y hemos recalado en el infierno.
─ Hermes, dios de los viajeros, nos protegerá en esta hazaña. Dice Ce.
En ese momento cae el telón.
Los protagonistas han desaparecido del escenario. Quizá…
─ ¡Qué hemos hecho!
               SEGUNDO ACTO.-
Se ilumina el escenario con una luz iridiada en dorados y plata. El telón trepa hacia lo más alto, dando la sensación de querer huir. Eme y Ce agarran con fuerza a sus pequeños, los cobijan. Por los laterales aparecen sombras, entre ellas se arrastran personajes secundarios.
 Entre palabras grises repletas de misterio y movimientos confusos se abren por completo las cortinas del escenario. La coreografía patética. Los figurantes, mudos y sigilosos, van situándose por el fondo intentando resguardar el escenario.
El pánico es patente en el teatro. Sube por los palcos en donde se guarecen los intrusos. Baja en espiral incandescente al patio de butacas los espectadores tiemblan  aterrados por miedo a que se abran las puertas, penetren los guerrilleros y maltraten al público  que  está en contra de la violencia.
En la nueva vida de la pareja cunde el terror: Miedo de abrir la puerta de casa, miedo a la venganza porque  los consideran impostores, advenedizos, intrusos en su política, en su historia, en sus ancestros. Miedo a ser asesinados reventándoles la cavidad craneal en cualquier momento, en cualquier esquina. Miedo a Escila monstruo de siete cabezas que devora a los hombres…
Poco a poco se esfuma el telón, que aguarda vigilante en lo  más alto.  Otros personajes  emergen sigilosos, con morbo y van situándose por la gradería de general,  colocándose en el  sitio marcado por su destino.
 El Nudo de la obra va tomando su rumbo. Amainan las luces entre los  bastidores.
TERCER ACTO.-
Lluvia de pétalos rojos sobre un féretro que descansa en medio del escenario. Un foco en el ángulo izquierdo da luz al espacio pero no ilumina el interior del ataúd.
¿Qué puede guardar la caja de madera caoba sobre la que han caído pétalos de rosas rojas? ¿Cuál su significado y mensaje? La incógnita es patente habrá que descifrarla, resolverla.
Tiresias, el más célebre adivino de Grecia predice el porvenir de Eme y Ce. Les aconseja en la encrucijada y presagia las penalidades que les aguarda.
 Crece hierba verde sobre el suelo en el que retozan niños jugando a la soga tira.  El “chirimiri” arrecia junto a la bambalina, las vacas pacen tumbadas entre moscas. El aguacero persiste  arrasando todo lo que encuentra a su paso.
Los reflectores, candilejas y focos encendidos. El teatro da la sensación de estar en llamas. Los espectadores en pie aplauden. Dudo si terminó la obra o es ahora cuando llega la mejor secuencia
Eme y Ce, en pie en el centro  del proscenio han cambiado de rostro. Sus ojos, la mayoría de veces lanzan miradas de alegría, otras son  de titubeo y prevención.
Por el pasillo central avanzan los más amigos, una gran ovación para ellos. Atrás compañeros y compinches.
Los protagonistas están comenzando a evolucionar entre las bambalinas. El apuntador ha cerrado su concha y no sé sabe nada de él.
En las calles sigue cayendo el chirimiri. La luz del sol se filtra entre las nubes inmolando la realidad. Todo el ambiente presagia un cambio, una nueva vida con un fin desconcertante para la pareja.
El vaho de los focos va desfigurando los personajes, diluyéndolos en la sombra. El velo del silencio cubre el teatro.
 No sé si los espectadores son conscientes de lo acaecido en el escenario. ¿Sería una premonición de lo que iba a suceder realmente en la nueva fase vital de los protagonistas? O ¿Tal vez habíamos elucubrado una fantasía sin ningún sentido?
              Cae poco a poco el telón. El público asistente se levanta dirigiéndose hacia la SALIDA.
             En este momento va a iniciarse el COMIENZO de la  nueva y autentica vida  de Eme y Ce.
El vaho de los focos del escenario va tergiversando personajes, decorado, luces…
Todo ha desaparecido. Todo esfumado, sin rastros, ni huellas de lo anterior…

Un Austin blanco cargado de trastos circula por el puerto de Vélate. Se está poniendo el sol, la oscuridad se filtra entre los árboles. Ce asustada:
─  Eme: ¡acelera, anochece y no tenemos hotel! 
─  No sufras, estamos llegando.
─  Si, pero es muy tarde
En Vera de Bidasoa, donde la carretera forma un ángulo recto, en la pared de un caserío, una pintada en rojo. ¡GORA ETA!
─  ¡Qué horror, mira lo que pone ahí!
─  No tiene importancia… ¡Olvídalo, te repito que no tiene importancia!
─ ¿Cómo me contestas eso? ¡Tengo pavor!
Pernoctamos en el primer hotel que encontramos en Irún. Nos despierta un enorme ruido, chirriar de ruedas y voces masculinas. Entreabrimos la ventana, despunta el sol y hay una gran fila de camiones en la línea fronteriza. Más tranquilos volvemos a la cama.
No logramos volver a dormir. A las ocho cincuenta estamos delante de la puerta del Instituto de bachillerato Pio Baroja. Temblamos de frio, de nervios de…susto.
Hay poco movimiento a estas horas en Kalea Elkano. No se ha iniciado el curso. Un alumno cargado de libros camina nervioso de arriba abajo, mientras habla con su compañero. Aún estando atentos, no somos capaces de entenderles ni una sola palabra.
A las nueve el conserje abre la puerta.
─  Por favor, el despacho de dirección.
El Sr.  Director no ha llegado vendrá más tarde, les atenderá el secretario.
El vendaval de la incertidumbre abre, esta mañana, el portón de su nuevo centro de trabajo.  Eme, camina a tomar posesión de su tan deseada plaza en propiedad. El frio del suelo del pasillo le refresca los talones reforzándole su voluntad,  y dándole seguridad, aplomo.
Tras su mesa le da la mano a Eme que la estrecha con fuerza como signo de franqueza. Intenta que junto  a ese apretón se una su palabra sincera y cordial, demostrando seguridad en mí mismo.
Todo se viene abajo cuando en pie dice:
─  ¿A qué viene aquí? ¿Usted sabe donde se ha metido? Yo de Ud., le repito, me volvería casa.
Lo miro fijamente y observo como su ojo de cristal hace un juego de luces. Tiene un rostro retorcido, amargo, glaciar. Entre tanto Ce, perpleja y muda, repasa el despacho palmo a palmo con ojos desorbitados.
─  Les veo acojonados, cierto es que han llegado ustedes al lugar inapropiado donde rige la tortura y el desconcierto político. Explíquenme como decidieron venir a este lugar.  Por cierto  ¿Qué piensan a cerca de la bandera de España?
─  Jamás nos lo habíamos planteado. Es totalmente nueva la pregunta, de momento no tenemos respuesta.
─  ¡Está bien! Recapaciten mientras esperan a que llegue el director, voy a salir un momento. No creo que tarde.
─  ¡Este tío está loco!  ¡Dios, donde hemos venido a parar!
─  Eme, no te preocupes.
 Salgo en defensa de Eme que mira aturdido y permanece atónito. Le digo envalentonada y nerviosa:
─ Yo hablaré con el Director cuando aparezca si se pone impertinente, estoy acostumbrada a este tipo de trato por mi experiencia en el instituto de Valencia. Incluso le hare preguntas impertinentes y molestas si viene en plan tan desconcertante como el secretario.
Durante la espera no hablamos, solo observan nuestros ojos.
Al poco rato.
─ ¿Sois los valencianos? Me alegro. Bueno ya os contaré y os percatareis como es esto, ahora no os quiero asustar. Yo soy catedrático de Historia. Eme seré tu jefe por partida doble.
─ ¿Tenéis ya vivienda?                                                         
─ No hemos encontrado.
─ Debéis buscar en Ondarribia es un lugar de veraneo y en invierno están los pisos vacios. Luego veniros a comer a mi casa, esta es mi dirección.
Salimos contentos, parecía una persona agradable.
Ondarribia. Inmobiliaria por aquí, por allá, por el medio… Nada, sin poder alquilar vivienda. No, estamos de obras. No lo alquilamos. No, hay que arreglar humedades y así multitud de etcéteras. Llega la hora de comer y no hemos conseguido ningún piso.
Timbramos, sale Galo –así se llama el director-, nos presenta a su mujer e hijos. Joaquín, ven  que te presente.  Eme es el nuevo profesor de geografía e historia, Ce su mujer también es profesora. Son de Valencia, igual os conocéis.
─ No lo recuerdo, dice Eme.
─ ¡Ahhh! ¡Ahhh! Ce, cierra la boca sin decir nada más.
La comida y el ambiente grato.
Ya en la calle:
─ ¿Sabes quién es?
─ Ni idea.
─ ¿No me digas que no lo has reconocido? ¡Es Ximo
    el franciscano de San Lorenzo!
─  ¡ Qué pequeño es el mundo…!
Con el tiempo todo el departamento de Geografía e Historia formamos una gran familia. ¡Ya no estamos solos, incluso los hijos tienen edades parecidas!
               Enterados de que somos profesores y no guardias civiles rápidamente encontramos un piso en Aroka Punta, junto al mar. Algo misterioso ocurre todas las madrugadas en  la finca: ruido metálico, chirriar de puerta y un caminar pesado, lento, arrastrando. Permanecemos sin ni siquiera respirar, sin movernos, escondidos entre las sabanas hasta el amanecer. Este desconcertante interrogante ocurre dos días por semana.

Los cambios climatológicos, por extraños en nuestra localidad, reclaman toda la atención. Los trapicheos entre sol, chaparrón y diluvio son emocionantes. El paraguas no sirve, se voltea con el viento y se rompe. Son tan extravagantes los tejemanejes del tiempo que me recuerdan, sin entender muy bien por qué, ciertos fragmentos de “La Fierecilla domada” de Shakespeare. Al caminar por el Paseo de San Pedro o el espigón del puerto me trasmuto en Catalina –protagonista de la comedia-, mujer independiente y fuerte que por influencia de Patronio, su marido, acaba sumisa y ve solo lo que él quiere. En este caso las inclemencias del clima en lugar de molestar me agradan. Tiene personalidad propia cada minuto del día: lluvia y sol, sol y fuertes truenos de fondo, lluvia a cantaros y otra vez sol y agua nieve. Me gusta caminar porque a lo largo del paseo disfruto de todos los cambios. Jamás me molesta que se rompa el paraguas siempre salgo equipada con el chubasquero. Todo esto  me hace recordar a Catalina mujer altanera que acabo sumisa  acatando todo lo que le decía su marido. Yo en mi tierra era insumisa a la lluvia, al viento… y sin embargo aquí disfruto con su versatilidad. Patronio convertido en relámpago me ha trasvertido.
Esa es la impresión que siento con la climatología desde que hemos llegado al País Vasco. ¿Es verdaderamente real este cambio o es que sobre mi actúa  un espejismo o ilusión que se manifiesta de forma espontanea e irreflexiva? Sea de la naturaleza que sean estos fenómenos atmosféricos calan en mi cerebro de forma positiva y en algunos momentos me provocan cierta fascinación.
Llueve, llueve, llueve… como todos los días incluidos los domingos.
 Golpes en la puerta:
─ ¡Valencianos hay que levantar, hay que dar prisa para subir  a Guadalupe!
Alejandro, Nacho y yo de un salto salimos de la cama. Botas, impermeables y paraguas que sirven de bastón. Nos reunimos con José Miguel y Ana, auténticos amigos-protectores. Canticos de voces marineras   en Ama Guadalupe.  Ambiente en la ladera. Más tarde con el coche suben Eme, el pequeño y la abuela. De vuelta “xacoli, chorizo, huevo frito  y un xupito de tinto”.
 A la madrugada junto al ruido del viento que se enfrenta a las murallas, silban los pasos fatigados como el andar de los presos arrastrando grilletes.
Entre semana colegios, clase, instituto… Yo, de ama de casa.
El inspector:
─ ¿Y su mujer qué, dejo el trabajo allá en su tierra y se vino para acá? Mal hizo, muy mal, se tiro de un tren en marcha y tiene muy difícil retomarlo. Veremos que se puede hacer.
Me ofrece el IES de Rentaría. Todos los días encuentro  en la carretera a la ida y a la vuelta: incendios de bidones de gasolina, barricadas, pelotazos…tiros, sirenas de ambulancias y policías… e incluso algún muerto tendido sobre el asfalto por un tiroteo. Sangre, mucha sangre. Policía y guardia civil con mascarillas, escudos y mascaras antidisturbios….
Pido la baja. Rechazo el trabajo. No me importa tirarme de un tren en marcha, es más importante vivir.
 Prefiero cuidar de mis hijos, siempre había salido pronto a trabajar y vuelto tarde. No. No entienden el idioma y lo acusan en la escuela. Hay que protegerlos y estoy pendiente de ellos.
 No tenemos dinero pero disfrutamos de tiempo para vivir. Gozamos de ese no hacer, esa no obligación y de ese estar en casa viendo llover en la terraza.
Un día de noviembre, canticos, gritos, exaltación de  la gente en la calle, en los bares… alboroto, música. Cerramos las contraventanas tiritando de miedo por vivir en un primer piso. Nos preguntamos:
¿Ese escándalo callejero, esas botellas rotas sobre el pavimento, ese griterío?
               ¿Ese hay que celebrar, hay que celebrar?
              ─ ¡Hay que celebrar!
 Eufóricos:
              ─ ¡Patxi cabrón! ¡Muerte a los fascistas! ¡Libertad euskalerria!
             Por una rendija vemos una patrulla de policía  que vigila. Un tiro hiere a un joven en el pie… En la finca de enfrente estallan los cristales. ¡Una bomba!  Al oír la exclamación ¡Hay una bomba! Salimos disparados  -para ir en concordancia con el ambiente- al fondo de la vivienda y cobijar a nuestros hijos.
─ ¡Dios! ¿Qué lio es este? Pero… ¿quién es el tal Patxi?                                                 ¿En qué día estábamos?  ¿De qué mes? Era un 20 de noviembre. Celebran la muerte de Francisco Franco. Están homenajeando la muerte del fascista.
Cuando solo se ve la sombra de  luz de la farola retozando sobre la muralla, agitada por el viento del norte, se escucha el chasquido de metales y el quejido de la puerta. Tapados hasta los ojos, con las luces apagadas, esperamos que amaine el viento y se lleve el pavor de la celebración del óbito del dictador.
Entre altos y bajos  un suceso chocante e inesperado. Al mes de estar allí, en el buzón un sobre a nombre de Ce con membrete oficial. Incógnita sospechosa una carta del Ayuntamiento a mi nombre... ¡Qué raro! ¿Una multa? ¿Una multa del coche que apenas usamos? ¡No, no, no!  Asunto: Presidir el tribunal que examina a los policías que aspiraban a un puesto fijo en el Ayuntamiento. Era obligatorio actuar. Lo hago, cualquiera dice no en una situación de esta índole y en este momento. Fue toda una hazaña ser  presidenta sin conocer el euskera ni el temario y estar entre las autoridades de Iruña.
¿Por qué yo, una autentica desconocida entrando en el Consistorio de Irún? No logro descifrarlo. Acabada la prueba una invitación a comer junto con las autoridades de la ciudad. Remuneración: un fular de color naranja que todavía guardo como recuerdo de algo descabellado.
Conseguí trabajo después de navidades. ¿Quizá por la presidencia de un Tribunal de “Acceso Policías Municipales Ayuntamiento Irún”? Aun me sonrío al acordarme. ¿O por la baja por maternidad de una profesora de Historia? No lo sé.
 Lo cierto es que  me subí a un tren en marcha.
Esa noche chirrió mucho más fuerte la puerta y junto con el ruido metálico se escucho un susurro de voces femeninas y una gruesa y ronca de varón. Me estremecí por si era un aquelarre de brujas y estaban realizando un conjuro. En nuestro piso nadie se alzo de la cama, era mejor ignorar lo que escuchábamos y pensar que estábamos soñando.

Entro en el aula de tercero B. Ninguna mesa vacía, predominan los chicarrones típicamente vascos. Rumores entre ellos, mientras me observan. Subo a la tarina y dejo mis bártulos sobre la mesa..
─ Soy la profesora de Historia de...
Rápidamente, antes de que yo termine la frase.  
─ A ninguno de nosotros nos interesa la Historia de España, nos interesa la del País Vasco.
 Los demás asienten. Atiendo sus razones sin interrumpirles.
─ Yo, la que conozco bien es la historia de España, asignatura que estudie durante la carrera y en la que me licencie al terminar, pero no tengo problema, me prepararé la vuestra y la conoceremos juntos. Al día siguiente comienzo con Sabino Arana.
En algunos momentos al mirarlos pensaba: ¿Cuántos serán de ETA, la mitad? ¡No! ¡Muchos más de la mitad!
Pocos días después me plantean que  les introduzca   música vasca. No sé qué motivo me llevó a aceptar el reto. ¿Quizá miedo o tal vez profesionalidad?  Lo cierto es que a la semana siguiente en el tocadiscos sonaba:
Te conocí en un guateque/ chico alto y delgado/
Parecía muy decente/ No lo puede resistir/ me vendió la tentación el demonio me venció/ me castigo en el infierno…
Me propone hacer el amor/ entonces me escandalizo pero acepto/ música rara solo alaridos/ él se quito la corbata/ me beso muy raro/ ojos de malvado/ un látigo saco/ dijo que me iba a dar/ por ser puta malvada/esto está muy mal/ Es pecado mortal y he rezado el padre nuestro y el avemaría/ Señor no fue culpa mía/ yo no soy una pervertida” (Letra de “Te conocí en un guateque” Grupo: KAKA DE LUXE)
Comienzo con esta canción de Kaka de Luxe. Es la forma de introducirlos en un marco más amplio. Intento a explicarles el proceso de la música en la sociedad del momento y de los movimientos políticos que provocan ese tipo de música.
Explico la corriente punk (1970) comienza impulsada por movimientos del mundo anglosajón. Poco después de la muerte del dictador Francisco Franco aparecen grupos pioneros como la Banda Trapera del Rio y Kaka de Luxe. Surge la Movida en Madrid, el Rock radical vasco.
Explicar esta música me lleva a plantearles movimientos sociales, crisis económica, aumento de marginalidad, aparición de suburbios industriales, transición política, nueva ideología del hedonismo ácrata y la estética de provocación. Cada quince días escuchamos música.
Todos los componentes del aula estamos integrados, es más diría que empezamos a no tener resquemores políticos unos con los otros.
Las letras de las canciones son “Antisistema Oficial” El gran problema es la heroína. El porcentaje de miembros muertos en las bandas es escalofriante. Cada grupo imprime su propio estilo musical. La izquierda abertzale (1978) en torno a la coalición Herri Batasuna y el periódico Egin acogen a grupos hedonistas y políticos.
Alumnos y profesora una piña. Soy consciente que entre ellos hay miembros activos de ETA pero no son mis enemigos, me protegen, los he aceptado y me han comprendido. No hay radicalidad entre los diferentes grupos del aula, nos respetamos.
Tiemblan las paredes del instituto, las alarmas chillan. Cunde el pánico. Por los altavoces se emite: Desalojen el instituto han explotado tres bombas en el edificio contiguo - Cuartel de la Guardia Civil-. Calles cortadas, Policías montados a caballo, bombas de humo… Yacen tres individuos sin edad, totalmente destrozados que todavía no los han tapado y un  joven al que atiende un grupo de sanitarios.
Agarrada de Eme caminamos los dos,  tiritando, a tomar el autobús que nos lleva a Ondarribia.
              
 Las enormes olas braman, se intercambian espumas al tiempo que se funden con lluvia y con relámpagos. La luna, la mayoría de las veces, tiene miedo y se esconde, no hay forma de encontrarla. La noche que se siente segura se llena de fuerza y de luz. Se pavonea por el cielo, es su dueña y ejerce tal atracción que es capaz de hacer que el mar se eleve y rebose. El Cantábrico es una balsa repleta de plata y estrellas. En la playa sus arenas son desiertos por donde se pierden los amantes y los barcos bailan tenuemente.
¡Ah… pero la luna es veleta y se cansa de ser gorda y se enfada y se harta de que  la miren y de que haya pleamar!  Entonces refunfuña y Neptuno se lleva el agua hacia otros lugares. En ese momento las embarcaciones tiritan y acaban relajándose y se desploman mientras duermen. La marea baja deja al descubierto las piedra  y los escalones del puerto expectantes aguardan por si alguien al bajar resbala y cae.
Al despuntar la mañana comienza el trajín camino del puerto. Cestos, redes vozarrones y alguna  que otra moto guzzi… Los pescadores se marchan a faenar por las costas. El pueblo lleno de mujeres y niños duerme hasta más tarde.
Ana, nuestra vecina y ya gran amiga llama a la puerta cuando marcha a la compra:
─ Carmen, quieres que te compre algo. Yo voy al paseo de San Pedro a comprar ¿Qué te merco? ¿Una poca verdura?
─ Gracias, saldremos más tarde cuando llegue Eme o Ce.
─ Si llaman a la puerta y te dicen que son de la ETA ábreles y los escondes, no te enfrentes así no te harán nada. Tranquila.
─ ¿Tranquila dices? ¡Me muero de miedo!
─ Tranquila, tranquila… ¡No son malos
Tras cerrar la puerta, Carmen aun en shock por el aviso de posible llamada  de  ETA a la puerta, escucha por la radio:
“Gatazka (lucha) un nuevo grupo terrorista, al que se atribuyó ayer el hundimiento de una lancha de vigilancia de la Armada española llevado a cabo en Fuenterrabía, y que le costó la vida a un soldado asignado a la custodia del barco. Murió atrapado por un remolino de agua provocado por la onda expansiva.
Ocurrió el suceso en la bahía que separa la costa francesa de la española.  Un trueno, un ruido tremendo y sordo” que alarmó  a los vecinos  que habitan en viviendas situadas frente al mar.
Se cree que los terroristas utilizaron una chalupa similar a las que fondean por la bahía para llegar a la desembocadura  del Bidasoa y cometer el atentado.
Los arrantzales que habían salido a la mar esa misma noche regresaron nada más conocer el hecho. El funeral presidido por el ministro de Defensa, Narcís Serra.(Periódico el País, 15 de mayo 1984)
Tras la brutal sacudida del barco, los dos jóvenes caen al mar. Uno de ellos logra escapar tras alcanzar la cubierta, el otro queda aprisionado entre los camarotes.
Trozos de la cubierta, los espejos de la popa y el gonio del barco, flota en agua de la bahía igual que algunos peces muertos.
Algo revoluciona mi mente inesperadamente apartándome del drama que estoy viviendo. El murmullo ensordecedor de agua arrastra mis ojos hacia otro lugar. En el centro de la bahía y próxima a la zona meridional de la costa francesa, un remolino de inmensas y descoordinadas olas.
En aquel momento un surtidor de agua y espuma en el centro del puerto. Un chorro que no se divisaba con claridad y que alcanza una altura considerable.
Un pescador encorvado, de pelo cano, sentado en la dársena de la lonja del pescado, entre redes, laza una exclamación:
─ Es la tataranieta de Leticia, la primera ballena a la que se dio nombre.
─ Ha vuelto, ha vuelto, dice la vieja que rejunta la malla, es ella, la reconozco es, una tataranieta de Leticia, tiene la misma marca en la cabeza, es la ballena más admirada en  Ondarribia.
 Cuentan que la caza de ballenas comenzó en el Cantábrico  allá por el siglo XIII y prácticamente desapareció en el Siglo XVIII. En 1805 se cazó –no fue pescada- una en Ondarribia que fue visitada por todos los vecinos de los pueblos de alrededor, al considerarla como “animal raro”. Solo se perseguía a un tipo de ballena: la  Balaena   Biscayensis, o  ballena   vasca, hoy denominada como ballena blanca del Atlántico Norte o Eubalaena glacialis.
Las lograban acorralar por nadar despacio, por su carácter tranquilo, por acercarse mucho a la costa, por entrar en aguas poco profundas y porque su capa gruesa de grasa les permitía flotar. Era una ballena buena, correcta. Pasaba el invierno en el golfo de Vizcaya y entre octubre y marzo se volvía al Atlántico. Los arrantzales la llamaban Sardako Balea, llegaban en solitario. Se hizo conocida por encallar en Ondarribia en 1881. La perseguían con  un moderno arcabuz para cazarla (Ignacio Mercader, armador) con arpones provistos de explosivos que se accionaban eléctricamente.
                    La presencia de la ballena era  mediática para los pescadores de Fuenterrabía. En la actualidad sirve de entretenimiento su búsqueda  a los habitantes y  forasteros que visitan la villa.  Su llegada coincide con la entrada de barcos cargados de anchoas y sardina.
Casi todos aceptan que se introducen por las condiciones climatológicas o por arte de magia o de las brujas de Zugarramurdi
 Leticia aparece en la bahía de Txingudi. Medio pueblo ha tenido ocasión de verla desde la carretera que sube al faro o desde la playa.
Leticia ha invadido como cualquier otro personaje público novelas, narraciones, sueños… incluso se asegura que un perro se paseaba por su lomo las noches de luna llena, mientras se balancean las traineras.
“De ella se habla, se exagera, se discute pero sobre todo se admite que es su mascota, su ballena., desde el siglo VIII en que aparecieron las primeras por aguas del Cantábrico.
─ Ha vuelto, ha vuelto, la reconozco, es una tataranieta de Leticia, la ballena más admirada de  Ondarribia.
Al entrar en el piso escucho en el transistor, que no encuentro pero que debe estar muy cerca, la siguiente noticia:
El sacerdote que oficio el funeral por el  soldado fallecido por la onda expansiva, comenzó la homilía con estas palabras: “Con este nuevo asesinato se escribe una de las páginas más negras y desgraciadas de nuestro pueblo; la sangre derramada hoy clama al cielo”. Continuo: “Os hablo a vosotros, asesinos, a los que os otorgáis el titulo  de salvadores de pueblo euskaldun: basta ya de matar. (Edición impresa /El País. 15 de mayo 1984)
¡Qué horror, Dios!
José Miguel, nuestro vecino y gran amigo está en la mar aquella madrugada como patrón en su barco “Ama Guadalupe” y como Presidente de la “Cofradía de Pescadores”. Ante tal desatino de sermón y por motivos político tuvo que marchar a Madrid para solventar graves problemas de convivencia..
A partir de este momento huelgas y revueltas a diario.
La llegada de los barcos pesqueros era todo un acontecimiento. Los pescados iban de la lonja del pescado al paseo de San Pedro donde los propios pescadores o sus mujeres los vendían. Allí el ruido me recordaba nuestras “mascletás”  o la bulla dels “trons de bacs”, que nos agradaban pero que no discernimos con precisión.
Durante los primeros meses nos observaban, nos señalaban con los dedos: “Ahí andan los valencianos, siempre están en la calle o en la terraza de su casa…aunque llueva”.
Con el paso del tiempo descubrieron que nuestro sol nos llevaba a pasear, a estar al aire libre y allí… por inercia lo seguíamos haciendo aunque diluviara. Botas de agua, chubasquero y a la calle o al espigón.
─ ¡Qué olas más soberbias, qué entreluces en el cielo. ¡Quiero pintarlos!
─ ¡Ce, no seas imprudente, no te acerques tanto! Es peligroso.
Pasan los días y los meses. Estamos totalmente integrados en el pueblo. Vivimos entre la cotidianidad y la obligación diaria. Las excursiones por el País vasco español y francés, las reuniones con nuestros amigos y un sinfín… de cosas
El miedo está ahí, en la calle, pero intentamos no verlo.
La puerta de acceso a nuestra finca sigue chirriando día y noche. En la madrugada la seguimos escuchando fuerte, como aullido de lobo,  pero no nos asusta. Hemos estado observando desde la ventana de nuestra habitación en varios momentos diferentes y lo que entra y sale del portal es una bruja clandestina disfrazada de “Lechera”. Trae un recipiente grande de metal del que extrae una riquísima leche de vaca que deposita en los cacharros que dejamos allí los vecinos para ello. Cierto es que su aspecto es de bruja, incluso parece que se aleja sobre una escoba pero el manjar que nos deja es divino.
El miedo, los miedos se han ido diluyendo. Cuando nos ven paseando bajo la lluvia empapados o mirando las mareas o al coger el autobús para ir al instituto se escucha:
─ Mira los valencianos que jatorras son, no tienen miedo al frio ni a la lluvia.
Eme, este mediodía ha vuelto nervioso del Pio Baroja.
─ Ce, es posible que la primera semana de abril publique en el BOE el concurso de traslados. Comienza la incertidumbre y los  nervios.
─ No, hoy no hay nada.
                ─ Tampoco aparece nada.
               Así todo el mes de abril. Nervios por la situación, por lo que pueda pasar, por lo desconocido de las circunstancias.
               Metidos en mayo me sigo sintiendo Catalina por el desconcierto de lluvias, granizo, frio, calor… ¿Recordáis lo que me preguntaba? También a mí me hizo caer en la balanza de la sumisión cuando me decía:
─ Mira como brilla el sol
Yo veía como caía el chaparrón y le contestaba:
─ No hay nubes… El cielo está totalmente azul.
Eme, viene acalorado de la carrera que se ha dado para llegar pronto a casa. Abre la puerta, me abraza:
Están los traslados. Me han dado plaza en Valencia capital.
Me emociono y lloro. Pero tengo un problema grande no sé si lloro de alegría por volver a casa o porque me voy de aquí.
Uno de los hijos tampoco quiere irse.
Nos queda una pequeña duda, la lista aun no es definitiva puede tener algún cambio.
Pocos días después llega con una sonrisa de parte de parte casi diría que no le cambe en la boca. Me aprieta con fuerza:
Ce, nos vamos a Valencia. Estoy feliz, tengo plaza en el IES Juan de Garay, está muy cerca de nuestra casa.
Pienso en el lio que es recoger todos los bártulos para regresar a finales de junio a Valencia. En julio la casa de Aroca Punta esta alquilada a los veraneantes.
Hay que recoger ropa, libros y un etcétera, etcétera, etcétera pero lo más difícil de dejar, y no nos lo podemos llevar, es a Ana Mari y a José Miguel, nuestra familia vasca, nuestros salvadores en el día a día desde el principio hasta el final,
Hay una dura contienda entre la ida a nuestra casa y la partida de esta.
Hemos de empaquetar y recoger multitud de cosas, desechar otras, ir todos los días a dar clase, corregir exámenes finales…
Los alumnos:
─ Ce, no te vayas. Convence a Eme y quedaros.
─ No puede ser, Eme tiene allí su plaza, su trabajo.
Entre lloros partimos. Tenemos diferentes motivos para el regreso rápido. Uno de ellos y fundamental es mi examen de  oposición, que comienza a mediados de julio en Valencia.
─ No me presento. Eme, no puedo presentarme no he estudiado, tengo los nervios a flor de piel, estoy mal. No, ya me presentare en la posterior convocatoria.
─ Ce tienes que ir, vas y si no puedes, te sales.
 Llega el día. Me presento. Nerviosa no, histérica. Saco las bolas del bombo y dos temas: a) Impresionismo. B) Civilizaciones actuales en África y Asia, Elijo en primero, Me encierran en un aula, Eme se va a tráeme libros para preparar el tema, cuando llega le digo:
─ No lo hago, voy a exponer el de las civilizaciones que es menos conocido.
─ ¿Quieres que te traiga algo?
─ No, está terminando la segunda hora.
Ha pasado el tiempo y vienen a por mí. Me voy directa a la pizarra dibujo África y comienzo.
Al terminar me llama la presidenta del tribunal.
─ Por favor acérquese.
¡Dios que habré dicho!
Me acerco.
─ “Nos ha tenido usted en vilo durante toda su exposición, pendiente de si se tragaba  el clip que se llevaba de los labios al bolsillo y viceversa. No hemos querido decirle nada para no interrumpirla pero hemos estado muy preocupados por si se lo tragaba.
                Veo que le gusta África le voy a dar bibliografía de libros de cuentos sobre este tema pues veo que le atrae ese continente.
Tomo nota. No los puede comprar pues fui incapaz de leer lo que había escrito. Totalmente ilegible la letra, estaba tan nerviosa que no sé qué garabatos hice.
Salieron las listas, era el número uno, empatada con otro. No hubo problema para elegir plaza.
La tragicomedia de la introducción termino en una especie de relato-aventura, no como se vaticinó al principio del relato.
 Tiresias, nos presagio penalidades al comienzo pero nos auguro un bonito y prospero final y así es. Los dos conseguimos la meta. Hubo que luchar contra algún monstruo de siete cabezas, contra las brujas…
¿Pero que son las brujas?
Azkue, en su libro dice: que si una persona es capaz de tocarse la muñeca con el dedo pulgar (de la misma mano) es bruja, o cuando consigue rodear la muñeca con el meñique y el pulgar de la otra mano, además las personas que no tienen lunares son brujas.
Las brujas han escapado volando…quieren reunirse en Aquelarre en cualquier lugar  entre montañas.
                El relato también quiso  fugarse y aguarda su lectura en el bosque junto a la lumbre encendida de un gnomo. Allí, Eme me espera bajo una pequeña seta, acompañado  de magia, fantasía, duendes y seres fabulosos. Él sabe que un día yo me escapare… e iré a buscarlo.

Carmen Berga Benedito Diciembre

La Eliana, diciembre 2015



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